domingo, 27 de noviembre de 2011

Destiny's Child

Es curiosa la forma que tiene el destino (o la vida o cómo queráis llamarlo) de darte vueltas.

El sitio donde yo nací, un barrio periférico de Barcelona, marcó los primeros años de mi infancia. Yo no era consciente de la (mala) fama del barrio hasta que fui creciendo y me iba enterando de que gente del barrio vecino (que tampoco era mucho mejor) no se atrevía a entrar en él. O incluso que había taxistas que a según qué horas de la noche se negaban a dejarte en la puerta de casa. 
Siempre me pareció una exageración. Porque yo, que siempre fui un niño demasiado inocente, no veía que esa mala fama tuviera una base fundada.

Años después la familia decidió mudarse a un pueblo fuera de Barcelona. Lo malo de los pueblos que rodean Barcelona es que están todos tan pegaditos que en realidad parecen una ciudad grande. Pero no lo son. Las estaciones de Cercanías Renfe se encargan de dejarte claro que estás entrando en otro mundo.
Lo cierto es que en el instituto no me espabilé demasiado. No fue hasta casi terminar el Bachillerato cuando empecé a ser consciente de quién era y qué quería en mi vida, y fue entonces cuando, por decirlo de alguna manera, maduré. 
Pero no demasiado. 

En realidad yo seguía siendo un empanado de la vida. Y por eso años después no me escandalicé al mirar hacia atrás y descubrir que, en gran medida, el tonto de la clase había sido yo. 

Y de repente, con veintipocos años, casi sin darme cuenta, empecé a vivir la adolescencia que, en teoría, debía haber vivido unos años antes. El primer amor, el primer trabajo "serio", los amigos en los que confiar al 100% (lo que luego te podía llevar a ganarte hostias 100% merecidas), las charlas sobre sexo, las borracheras sistemáticas...

Lo más divertido es que a nadie de mi entorno pareció extrañarle: tonto de mí que había estado viviendo en una especie de burbuja durante mucho tiempo y en un par de años me estaba espabilando para ponerme al día.

Luego me independicé. Fue arriesgado, pero era un error que quería cometer. Y me salió bien. Compartir piso es complicado, y dependiendo de con quién te juntes puede traerte bastante quebraderos de cabeza. Pero al final se consigue un equilibrio que hace que la experiencia valga mucho la pena.

Y entonces llegó el 2011, WORSE YEAR EVER. O al menos un firme candidato a llevarse ese título.

Que si ahora me pongo enfermo, que si ahora cojo la baja, que si ahora resulta que estoy peor de lo que parecía, que si ahora no puedo andar, que si ahora me empiezo a recuperar, que si ahora pierdo el trabajo, que si ahora me voy a vivir solo, que si se me acaba el paro, que si no encuentro trabajo...
Es verdad que he estado bastante tiempo desaparecido. Y lo voy a seguir estando para muchos. En muchos casos no es una situación que haya provocado yo y decidí que no iba a ser yo el que le pusiera remedio. Que cada uno apechugue con lo suyo.

Hace unas semanas encontré trabajo. No es la panacea. No es el trabajo de mis sueños. Si no estuviera en la situación en la que estoy probablemente no lo hubiera cogido. Pero me da mi buen dinero a final de mes. Y aunque no pueda seguir viviendo solo y tenga que volver a casa de mis padres (la Generación Boomerang, que nos llaman los expertos) estoy contento porque me voy a poder dar todos los caprichos que no me he dado en esta época en la que el cinturón estaba tan apretado que casi no podía ni respirar. Se acabó el sobrevivir.
El trabajo, curiosamente, está en un centro comercial en el barrio en el que nací. Y ya han sido varios los encuentros con antiguos compañeros de colegio, amigos casi olvidados o conocidos que te miran curiosos mientras intentan que su cabeza coloque tu cara en el lugar adecuado de su memoria.

La semana pasada me tocó estar sentado en una mesa electoral. Como las listas se cerraron antes de que me empadronara en mi actual domicilio, me tocó estar en el último sitio donde estaba empadronado: aquel pueblo de las afueras de Barcelona en el que mis padres aún siguen viviendo.
Así que durante todo el día estuve en esa mesa, tratando de sobrellevar el día de la mejor forma posible y riéndome de cualquier cosa para no morir de aburrimiento. Y fueron varios los ex-compañeros de instituto que pasaron por allí para votar. Algunos me miraban extrañados. A otros les esquivaba la mirada o me hacía el tonto. Al tío bueno le saludé, evidentemente. Le di la mano y todo. No había tiempo para más. Fue el único chulo decente en todo el día y no tenía mérito porque ya era guapo en el instituto. Pero claro, ahora está mucho más interesante y no sólo porque la barba le quedara tan jodidamente bien.

Hace más o menos un mes que decidí que era momento de dar un paso atrás para volver a tomar impulso. Y desde entonces, de forma bastante casual, he vuelto a reencontrarme con personas y lugares que creí que formaban parte de mi pasado y que ahora, por cojones, vuelven a estar en mi presente. 

Unos minutos antes de ponerme a escribir esto he publicado en mi muro de Facebook una de las canciones del disco de Christophe Willem del que os hablé el otro día y no me he cortado al decir que es el disco del año. Alguien ha comentado que de qué año, que eso suena a 1998. 

Y mira, no deja de tener gracia. Serán cosas del destino. O no. Pero es curioso que ahora mismo esté enganchado a un disco que suena igual que la música que escuchaba en esa época a la que ahora parece que voy a volver.

Lo mejor de todo, porque al final no vale la pena quedarse con cosas malas, es que a mis 28 años me voy a encontrar de nuevo como si tuviera 18. Y tengo muy claro qué decisiones quiero tomar para entrar otra vez en la veintena.

Aunque sea una veintena metafórica, que los años empiezan a pesar.

martes, 22 de noviembre de 2011

Christophe Willem - Prismophonic

 Ya sabéis todos de mi adoración por este francesico salido de una especie de Operación Triunfo del país vecino y que poco a poco se ha ido convirtiendo en toda una figura del pop europeo. Con su vocecita de chica (hasta que no vi el vídeo de "Double Je" no me quedó claro que era un tío con su perilla y todo) se ha marcado dos discos (Inventaire y Caféine) que, aún manteniendo un estilo muy claro (salvo algunas idas de ollas en Inventaire muy tipo "la canción rara que mandan los franceses a Eurovisión") han ido haciendo crecer a Willem; y con algún toque de Kylie por aquí, un poco de George Michael por allí y ahora unos productores de primer orden hacen de Prismophonic su mejor disco y uno de los mejores del año; lleno de pop electrónico de calidad, elegante, con un toque funky y muy del estilo del tipo de disco que me pone cachondo.


01 - Starlite
Parece mentira que después de tantos años con un estilo tan característico los Freemasons sigan sonando igual de bien que el primer día. Un tema bailable y pegadizo con un sample del "Ain't Nobody" de Chaka Khan que queda perfecto como middle eight. Una manera ideal de empezar un disco porque al final te ofrece justo lo que te está prometiendo.
9/10

02 - Cool
El primer single nos gustó porque, aún sin ser un tema al uso (con un puente que parece un estribillo y un estribillo que parece no llegar nunca), tenía cierto parecido con el genialísimo "Berlin" (primer single de su anterior álbum) y eso era suficiente. Aunque es una canción divertidísima y que sigue perfectamente por el camino marcado por "Starlite" no me acaba de convencer que se presentara como primer single; pero en realidad es una elección acertada teniendo en cuenta que a partir de aquí el disco tirará por un pop magnífico pero quizá menos mainstream que le dan identidad al conjunto pero que pueden sonar fríos como carta de presentación.
7/10

3 - L'Amour Me Gagne
Es imposible no escuchar el disco y acordarte de otros artistas y pensar, como ya me han comentado por Facebook, que suena un poco a lo mismo de siempre. Y es así. Pero suena MUY bien. "L'Amour Me Gagne" está escrito por Hannah Robinson y Richard X y además de tener un estribillo pegadizo tiene una base tan típica de Richard X (que a mí me retrotrae a algún remix de algún tema random de Annie) que es imposible no amarlo en la primera escucha. Por algo se convirtió en uno de mis favoritos sin necesitar prestarle más atención.
10/10

4 - Si Mes Larmes Tombent
La única concesión a la balada viene de la mano de Steve  Anderson (colaborador habitual de Kylie) y Karen Poole. Un tema sencillo, con una producción básica (casi de manual) que va creciendo poco a poco y acaba convirtiéndose en una canción preciosa e imprescindible y que, por raro que parezca en un disco de este tipo, no desentona en absoluto.
7/10

5 - Indelebile (feat. Zaho)
Un ligero coqueteo con el R&B y las bases a lo Ryan Tedder en este tema que aunque a primera no acabe de entrar acaba volviéndose tremendamente pegadizo y en el que colabora con su voz Zaho, una rapera argelina que ha escrito algunas de las canciones del disco.
7/10

6 - Jamais Du
Uno de los temazos del disco. Pop ligero, elegante, sofisticado y muy suave; la mezcla de la electrónica, la base rítmica y la voz de Willem la convirtien en la típica canción feel-good de disco de Kylie. Piensa en la sonrisa que se te dibuja y en las ganas de ser feliz que te entran cada vez que escuchas "I Belive In You", o en un "All the Lovers" empapado de Mimosín y entenderás la sensación.
10/10

7 - Ennemis in L.O.V.E.
Lo siento Nicola pero si te cabreó que Madonna te plagiara lo de deletrear "LOVE" con éste te vas a poner las botas. Tema 100% pop por cuyo título ya os podéis imaginar de qué va la canción. Estrofa-Puente-Estribillo con una producción muy Saturdays y con un ligero coqueteo con el dub-step en el middle eight. Disfrutable no, lo siguiente.
8/10

8 - Automatik
Es inevitable que escuches esta canción y piensas en el escenario de Eurovisión soltando chispas, llamas y colorines por todas partes mientras el pueblo se vuelve loco. Aunque luego la canción quede la última porque acaba ganando la cosa rara esa que ni canción puede considerarse. Y es que estando Isabel Guzman y unos cuantos suecos tras la canción pues es normal. Ultra Melodifestivalen y además la canción idel para ir pateando las calles.
7/10

9 - Pas Si Loin
Imagínate un descarte de "Aphrodite" cantado por Willem. Pues eso exactamente es "Pas Si Loin". No es el mejor tema del disco, pero sigue siendo un tema genial. Es un compendio de temas de Kylie en 3:09 minutos, una mezcla del sonido "Aphrodite" y el sonido "Fever" con un estribillo ultra-pegadizo y 100% Kylie. Que por algo colaboró en la composición del tema. Acompañada por Richard Stannard. Que así dicho a lo mejor te deja igual, pero si te digo Biffco pues ya te puedes imaginar.
8/10

10 - Je Rejoins La Scene
Hay dos canciones en este disco que me han vuelto absolutamente loco a la primera escucha. La primera es "L'Amour Me Gagne". La segunda es ésta. Un tema en el que Steve Anderson pone toda la carne en el asador y se saca de la manga un mid-tempo que ejemplifica a la perfección la elegancia que puede tener una canción de pop electrónico. La producción es sobresaliente (el middle eight es ÉPICO), la base es hipnótica, Willem está espléndido. Es uno de esos pocos temas con suficiente poder como para llenarte la mente de imágenes que lo ilustren, imágenes nocturnas en las que todo transcurre a cámara lenta y rodeado por un halo de misterio y seducción.
15/10

11 - Le Temps Qu'il Reste
Es muy de agradecer que estando el disco a punto de terminar las canciones sigan sorprendiendo y, sobretodo, manteniendo la misma energía y cohesión. Llegados a este punto es evidente que, salvando la balada "Si Mes Larmes Tombent", la canción elegida como single ("Cool") no le hace justicia al contenido del disco y es, probablemente, la que menos pega con el resto de canciones. "Le Temps Qu'il Reste" es otro tema que perfectamente podría haber cantado Kylie, con una producción de nuevo fantástica y que mantiene el ambiente creado por todo lo que ha sonado antes y, sobretodo, por "Je Rejoins La Scene".
9/10

12 - Falling
Cierra el disco esta curiosa balada, alejada bastante del concepto de balada que ya hemos escuchado antes y que se acerca mucho más a un tema de Ellie Goulding. Al comienzo unas suaves cuerdas se van haciendo contigo hasta que aprece el piano (que se convertirá en la base del tema) y te rodea (literalmente) en una espiral con cierto aire a Coldplay, formando un conjunto en el que la voz de Willem encaja a la perfección y te lleva hasta un estribillo onírico que va transformando poco a poco la canción hasta acabar en una estallido que, ahora sí, acaba sonando más a Coldplay que todo el último disco de Coldplay. Es muy agradable de escuchar, es bonito y depende de cómo te pille te puede dejar algo sensiblón.
7/10

En definitiva, "Prismophonic" no es una revolución en el mundo del pop (ni pretende serlo). No es un disco arriesgado, no pretende revolucionar nada. De hecho la gente de la que se ha rodeado Willem ha conseguido que, aunque suene espectacularmente bien, no suene nada a nuevo.
Pero cuando acabas de escucharlo eso te da completamente igual. Porque es un disco sólido. Y seguramente le volverás a dar al play. La producción es fantástica, los temas encajan unos con otros de una forma que ya quisiera más de una de las grandes estrellas mundiales y, sobretodo, es un disco honesto realizado con la simple intención no sólo de hacerte pasar un buen rato, sino de ofrecer una experiencia musical que destaca por su elegancia, su ritmo y sus ganas de hacer buena música pop.
Es IMPOSIBLE que a un fan de Kylie no le guste porque parece un disco hecho especialmente para ella.

Dadle una oportunidad a "L'Amour Me Gagne", a "Je Rejoins la Scene" o a "Pas Si Loin".

Lo peor es que se disfruta tanto que acaba pasando rapidísimo y te deja con ganas de más.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Little Boots - Shake

Ya se la empezaba a echar mucho de menos. Y vuelve con un temazo muy en la línea de este new-age noventero que estamos viviendo últimamente entre Beth Ditto, Penguin Prison y demás.

Love it.