"- Te dejo que te duches tranquilamente –dije yo, dándome la vuelta y agarrando el pomo de la puerta.
- Javi –dijo él, que se abalanzó sobre la cama y dio un salto para acabar estampado contra mi espalda-. No te vayas…
- Ay Alberto –dije yo, con la cara contra la puerta y su polla, que estaba cada vez más dura, contra mi culo-. Esto no puede pasar…
- ¿Por qué? –me abrazó y comenzó a deslizar sus manos por mi estómago y a introducirlas en mis pantalones.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Porque no! Porque yo no… Porque tú… Porque yo yo… tú tú… Ay, ¡fóllame!
Me di la vuelta y empecé a comerle la boca.
- Prefiero que me folles tú a mí… -dijo él, lo que provocó que mi polla reaccionara inmediatamente y casi nos sacara un ojo a los dos.
Y entonces sonó el móvil. Mi móvil. Mi queridísimo móvil. Me cagué en el progreso, en la tecnología inalámbrica, en Graham Bell y en Bill Gates, que no sé qué tiene que ver con los teléfonos pero siempre me ha caído mal.
A Alberto le daba igual que Kylie me llamara desde mis pantalones, deseosa de ponerme en comunicación con algún ser querido que… dios mío, Alberto me estaba lamiendo el cuello y yo así no puedo contestar… pero ¿y si era importante? Dejé de acariciarle la espalda y metí la mano en el pantalón para sacar el móvil, mirar la pantalla y ver quién llamaba.
- ¡AAAAAAH! –grité yo"
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