miércoles, 20 de junio de 2012

Moscú!! (Cuarta Parte)

MULTIMEDIA

El otro día se me olvidó decir que esa noche en que celebrábamos mi cumpleaños bebiendo vodka y escuchando música y haciendo el pena en el hotel, a @Bercode se le ocurrió un hito audiovisual que días más tarde hice realidad y que merece ser compartido por los siglos de los siglos.


Dicho esto, termino ya la crónica.

LAS RAMBLAS (en Moscú) SON FEAS

Bercode se levantó muy pronto para irse a trabajar y yo me quedé un rato más durmiendo porque estaba cansada de la familia Rivera.
Cuando desperté estuve un rato intentando decidir qué coño hacer con mi vida y a dónde cojones ir ese día. Mis piernas estaban reventaditas vivas (yo juraría que lo que tenía era el Síndrome de la Clase Turista porque ya sabes tú lo que me gusta a mí un drama).
Como varias personas me habían recomendado que me diera una vuelta por la calle Arpat, pues p'allá que fui.
Cuando salí del hotel hacía sol y calor. Cuando salí del metro llovía. Pero como no tenía paraguas me jodí y me mojé, porque no me iba a quedar en la puerta de la estación esperando a que amainara. Y total, tampoco llovía tanto.
Me bajé en la parada de la Biblioteca de Lenin y fui tirando por donde pensé que iba bien (al final resultó que sí).

Subí por una calle random y llegué a un sitio con mucha gente donde un hombre me preguntó algo y yo le puse mi cara de "no me líes, que no te entiendo" (cara que desarrollé en respuesta a su cara "pringao, no hablas ruso") y llegué a la calle Arpat esta en cuestión. Al principio la calle me gustaba porque era como muy bohemia y muy guay. Y había muchas tiendas, que era algo que aún no había visto por Moscú. Pero a los 200 metros empecé a cansarme de que la calle no terminara nunca y de que las tiendas fueran todas iguales. Además me dieron setenta veces el mismo flyer de vete a saber qué porque estaba en ruso (pero por los dibujitos supuse que era algo de comprar oro).

La calle Arpat es más larga que un día sin pan y lo más interesante son las tiendas de souvenirs, que cambian mucho de forma pero todas tienen lo mismo. Lo mismo que en el resto de tiendas de souvenirs de la ciudad. 

Eran ya como las tres de la tarde y no sabía si comer por allí, si sentarme en el suelo o qué hacer. Así que llegué al final de la calle, me metí por un callejón extraño que al principio parecía que me iban a matar, luego no y luego sí y luego ya salí a una plaza y caminé por una calle fea fea hasta llegar a la Nuevo Arpat. Que ésta sí que es guay.

Es mucho más ancha que la otra y no es peatonal, a un lado hay edificios que debieron construirse cuando Lenin era un bebé y al otro lado un centro comercial rarísimo con una especie de cosa como con la forma de un barco, muchos bares con terracitas (pero cuidado, que las terrazas son como chiringuitos) y, lo mejor, altavoces enfocados a la calle en los que sonaba de todo. Desde Sinatra hasta un remix de Fever de Madonna que me descolocó totalmente. 

Al final de la calle me di cuenta de que aquel paseo tampoco había aportado mucho a mi relación con Moscú y como empezaba a vislumbrar los tejados del Kremlin a lo lejos (y yo ya estaba de Kremlin hasta el toto) pues acabé metiéndome por otra calle hasta volver a la Arpat vieja y de ahí recorrer el camino de vuelta al hotel.

THE END

Lo cierto es que la última tarde-noche en Moscú la tengo un poco borrosa. Cuando llegué al hotel, cargado con mi comidita del McDonald's, me topé con la señora de la limpieza en la habitación. La pobre estaba apuradísima y yo no quería molestarla así que me puse a un ladito para que terminara con lo suyo.
Luego recuerdo que comí y mientras decidía si me iba al parque de Sokol'niki ese que tenía delante del hotel, quedaba con alguien del Grindr o me iba al museo del espacio me quedé frito.

Bercode vino por la noche, con comida y bebida. Y volvimos a repetir la dinámica de otros días, con la diferencia de que esa noche me hablaron un par de rusos por Grindr. Uno que estaba en el hotel y me decía que fuera a su habitación (le dije que tenía que madrugar al día siguiente "me levanto a las 10" y él me soltó un "¿PERDONA? Yo me levanto a las 6!!!". Es que no era guapo.) y otro que vivía delante del hotel y pintaba mejor pero se desconectó antes de decidirme.

GOOD BYE, MOSCOW

El camino de vuelta al aeropuerto fue menos problemático de lo que pensaba que iba a ser, porque ni me perdí ni nada. Bercode me dio indicaciones para comprar paquetes de tabaco a mansalva, pero al final sólo conseguí un cartón de Chesterfield. 10 euros. UN CARTÓN. DIEZ EUROS.
Los estanqueros se reían de mí porque yo me había aprendido cómo pedir el tabaco en ruso pero luego me decían cosas raras y yo tenía que decirles que no hablaba ruso. Y otra vez: la cara de desprecio y las risas.

En el Aeropuerto estuve esperando un buen rato dando vueltas por la Terminal y visitando la Habitación del Enfisema, que era la sala de fumadores. Cuando embarcamos me llevé la desagradable sorpresa de que el avión era de Iberia, lo que implicaba que los asientos estaban apretados como ellos solos y encima iba lleno y no pude cambiarme. 
Cinco horas de viaje con las piernas medio entumecidas. Y con una niña pequeña sentada delante tirándome cosas. No la maté de milagro. Seguramente porque me acabé la novela de sangres y misterios que había comprado al empezar el viaje y no quería traspasar la barrera de la metaliteratura.

Luego en Madrid me hicieron tirar a la basura una botella de Vodka monísima de aluminio que  me había comprado porque "esto no se puede subir en el avión". "Pero si lo he comprado en el Duty Free y VENGO DE UN AVIÓN". "Ya, pero es que  Rusia no es de la Unión Europa". Osea, que según la normativa de seguridad un avión Ruso no puede sufrir daños por una botella de Vodka, pero uno europeo sí. Todo muy lógico.

Me cagué en todo, no te lo voy a negar. Pero tenía tantas ganas de llegar a casa y darme una ducha que me dio igual. Más se perdió en Cuba.

Y de ahí avión (ésta vez sin retrasos ni hostias) de Madrid a El Prat, donde Polispol me esperaba para llevarme amablemente a casa. 

Estuve dos días con dolor de piernas e inexplicablemente cansado por tanto trajín, pero la experiencia valió muchísimo la pena. Moscú no es una ciudad especialmente bonita ni acogedora, pero los monumentos que se pueden visitar (dejando a un lado las trescientas iglesias que te ponen en las guías de viaje) son tremendamente espectaculares. Tal vez lo malo de Moscú es que al ser Rusia un país bastante cerrado de puertas para afuera (dime el nombre de dos actores rusos conocidos) cuesta involucrarse culturalmente con ella y eso hace que te sientas un poco tonto paseando por una ciudad sin saber realmente si lo que estás viendo es algo importante o no. 
Eso sí, los amantes y conocedores de la cultura rusa van a tener un orgasmo detrás de otro.

En cuanto a la fiesta en Moscú, pues es bastante evidente que al final no salimos de fiesta ningún día; y eso que ése era precisamente el mayor motivo por el que Bercode me invitó. Pero chico, entre que el sábado llegué a las tantísimas al hotel (y sin maleta) y que el domingo alguien se quedó dormidico y luego trabajaba todos los días (y mucho, además) pues no pudo ser. 
De todas formas, viendo el material por Grindr y demás, tampoco te creas tú que aquello es el sueño cirílico de una noche de verano. Que sí, que hay rusos que están para ponerles un piso, pero la mayoría son seres bastante extraños.

La parte buena es que todos esos rusos buenorros son los mismos que vienen a Barcelona para el Circuit o a Madrid para el Orgullo, así que puedes tirártelos igualmente sin necesidad de recorrer 3000 kilómetros.

¡Ja!

3 comentarios:

  1. En fin, NO SALISTE!!!! Ya te vale, tía!!!!! Al final mola que te lo pasaras guay igualmén, que es de lo que se trata.... Pero realmente están buenos o es exageración?

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  2. No, no salimos. Fue la espinita que se nos quedó clavada pero bueno, será por ver maricones borrachos...

    Y es una exageración. Hay tíos buenos, claro, pero vas paseando por ahí y no ves tantos. Además no hay término medio: o son espantosos o están tremendos. Y los militares no te vayas a pensar ¿eh? Mucha ropa y mucho gorro enorme que los afea mogollón.

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  3. Y que se le perdió a su amigo Bercode en Moscú? Lo de la niña me recuerda a un vuelo en el que un monstruito de esos se hizo caquita... ya sabe lo mejor volar en First.
    Espero que le vayan mejor las cosas y a ver si escribe más a menudo.

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