lunes, 26 de noviembre de 2012

Escribir

Últimamente escribo mucho.

Será que me lo estoy tomando en serio. La escritura y a mí mismo. Cuidado, que soy muy consciente de que yo escribo lo que escribo y cómo lo escribo, pero con eso ya tengo bastante. No me hace falta escribir un micro-relato que haga aflorar tus sentimientos y te estremezca, te haga llorar y te cambie la vida.

Yo con que sueltes una risa ya tengo bastante. En realidad con que no te duermas tengo bastante.

Será, tal vez, que cada día tengo más claro que mi futuro pasa por escribir. Cuando empecé a buscar gente para que se apuntara al carro de Estoy Bailando les dije cuál era la intención de la web. No vamos a ofrecer nada que no te hayan ofrecido otros ya. Y no vamos a tener contenidos exclusivos más allá de nuestras propias opiniones. Así que vamos a centrarnos en eso: en opinar. En dar lo único que (por ahora) podemos dar que no te va a dar nadie más.

Pues a mí me pasa algo parecido. Cada día tengo más claro qué es lo que se me da bien, lo que me gusta hacer y lo que puedo ofrecer a los demás. Así que ¿por qué perder el tiempo pensando en qué voy a hacer con mi vida si YA SÉ lo que es? Otra cosa es que sea fácil o que me sirva para poder vivir. Pero eso, estoy seguro, ya vendrá. Es, como diría cualquier libro de autoayuda barato, una cuestión de constancia y de esfuerzo. 

Tampoco es que tengas que ponerte a sudar como si estuvieras corriendo una maratón, pero a veces cuesta no distraerse con tonterías en vez de sentarte y escribir algo.

Y ya te digo que últimamente escribo mucho. Artículos, críticas, opiniones, capítulos de mi novela. Incluso he escrito un mail que no sé si mandaré. Porque no sé si la persona a la que va dirigido quiere leerlo, que además ya sabe lo que pone. Creo que sí quiere leerlo, porque parece que sí quiere leerlo. Pero como soy experto en montarme películas y ver bacterias intenciones donde no las hay prefiero actuar con cautela. A mí el simple hecho de escribirlo y tenerlo ahí en la carpeta de "Borradores" ya me hace sentir bien. 

Los mails, como la fama, cuestan. Y hay que ganárselos.

Una de las cosas buenas de ponerte a escribir es que se activan las ganas de leer. Ayer me leí, casi de un tirón y sin darme cuenta, la novela de Jorge Javier Vázquez.
Normalita. Muy entretenida, bien explicada. Me pareció un bonito prólogo para una historia que no empieza nunca. O a lo mejor sí que empieza y se desarrolla y acaba. Pero se me pasó tan rápido que ni me enteré. En realidad soy incapaz de decirte de qué va el libro, porque todo me pareció un preámbulo para algo que no llega.
Pero no me emocionó demasiado, sólo me arrancó una carcajada y un par de sonrisas cómplices. 

Lo que sí consiguió fue hacerme sentir identificado. Como supongo que le pasará al 90% de los gays que la lean, porque al fin y al cabo la historia que cuenta es la historia que (en mayor o menor medida) todos hemos vivido.

Al toparme de golpe con el epílogo ("Coño, si ahora venía lo interesante ¡y ya se ha acabado!") me di cuenta de lo poco valorados que están ese tipo de libros. Nos da la sensación de que una novela ha de marcar nuestras vidas, ha de removernos por dentro, ha de marcar un antes y un después en la historia de la humanidad. Seguramente por esa percepción tan pedante que hay sobre la literatura que no hay sobre otros medios artísticos como el cine o la música. Cuando, al fin y al cabo, son exactamente lo mismo: contar historias. Cambia la forma, pero no el contenido. 

Por eso hoy me he levantado (espectacularmente tarde) convencido de que mi novela es una mierda, pero es una mierda divertida. Y me muero de ganas de terminarla para que la leáis. Los cuatro gatos que la vais a leer, eso sí. Pero quiero que paséis un buen rato leyéndola. Y con eso ya me conformo.

Y con que no os durmáis.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Resiliencia

"Resiliencia" es, junto a "procrastinar", una de mis palabras favoritas de todos los tiempos.
Aunque los que mejor me conocen saben que "multiplexador" también me vuelve loca, disfrutoh.

He decidido recuperar un poco el blog, porque estoy un poco hartico de que todo el mundo me diga que tengo que venderme mejor. Así que aquí estoy yo, con mi nombre (bueno, mi nick) ahí en grande en el encabezado y con toda la ristra de cosas que hago por internet aquí al ladito.

Además he recuperado mi antiguo nick de twitter, @Hidroboy83, porque hay que centralizar las marcas que sino la gente se vuelve loqui.

A todo esto, como todos sabéis, yo me quiero ir a vivir a Madrid. Pero del mismo modo que cuando estuve allí parecía que no querían que volviera, ahora parece que la fuerza del destino no quiere que me vaya. 

El viaje a Madrid de hace un mes no fue todo lo bien que me habría gustado. Laboralmente no estuvo mal, hice una entrevista que prometía mucho pero se quedó en agua de Moncho borrajas y pude regalarle a todo el que lo quería una copia de mi currículum. Incluso hubo gente que se emocionó tanto al verlo venir que me dijo que mejor se lo mandara por e-mail. A lo mejor querían tocarse en privado.

Pero personalmente fue un absoluto desastre. Me volví a Barcelona habiendo perdido algo tremendamente importante y eso, quieras que no, jode. Y lo peor es que no tiene pinta de que vaya a poder recuperarlo nunca. Aunque siempre he sido muy cabezón y espero que algún día las aguas vuelvan a su cauce.

Eso sí, como bien dicen, no hay mal que por bien no venga y en los momentos chungos (casi apocalípticos) siempre hay personas que brillan con luz propia. Y, por suerte, estábais ahí.

Así que aquí estaba yo, de vuelta en Barcelona, cagándome en todo, con un gripazo de la hostia y una ansiedad palpitante, dándome cuenta de que lo que necesito no es un trabajo (que también) sino saber qué coño quiero hacer con mi vida. Aunque saberlo creo que lo sé, lo difícil es llegar ahí.

Si me dieran un euro cada vez que he puesto una frase como esa en este blog...

He decidido aplicarme el cuento de la resiliencia y ser exactamente eso, resiliente. Una vez hice una entrevista de trabajo para una conocidísima empresa de Pods, Pads y Phones (y hasta aquí puedo leer) y me pidieron un cuestionario rarísimo en el que puse que admiraba a mi madre por su capacidad de resiliencia. Probablemente por eso no me cogieron JA-MÁS.

Así que con una nueva sesión HDB a las espaldas inspirada en ese principio resiliente (entre otras cosas me gusta porque la palabra me recuerda a "mariliendre" y eso siempre es bien), he decidido que voy a empezar a ser más resiliente y a crecerme ante las adversidades. Y con el panorama actual, si lo hago bien, voy a crecer mucho. Porque ahora mismo las adversidades (las mías propias y las que afrontamos todo) son del tamaño de Texas.

Lo que me alegra es comprobar que mi vida es un patrón en el que parece que todo ocurre cuando tiene que ocurrir. Las cosas buenas (o al menos las que me cambian el rumbo de golpe) siempre, siempre, siempre me pasan en Mayo o en Noviembre. Y, por lo que parece, este noviembre no va a ser una excepción
Para empezar acompañé a Polispol al estreno para bloggers de la última película en la que ha hecho de dire de foto, "Serie B", sobre la que escribí dos artículos. Uno para Estoy Bailando y otro para El Cajón Desastre.

Y parece que hay proyectos (que no dependen de mí en absoluto) que si salen bien van a ponerme a prueba y van a darme una oportunidad que llevo años esperando

Además estoy cada vez más cerca de terminar mi novela, que tengo decidido que se llamará "Maricas y Vampiros: Sangre en barra" (o no, ya veremos) y con la que en breve espero poder daros alguna sorpresita buena. Ole. Oleeeeeeeeeeee, qué bonito. 

¡Sal de mi cuerpo, Rosario!

Por si todo esto fuera poco, va siendo hora de seguir con mi dietita y mi plan de ejercicios que los tengo bastante abandonados últimamente y no podemos consentirlo.

Ahora os dejo, que voy a machacarme un poco con mi absolutamente abandonado y lleno de polvo Kinect. Y a prepararme mentalmente para comentar la final de "¿Quién quiere casarse con mi hijo?" desde el twitter de El Cajón Desastre.

Todo amor.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Independent Women

En el último mes (bueno, en realidad son casi 2) han pasado muchas cosas. Aunque ninguna me ha pasado a mí.

Para empezar es definitivo: Bercode se va a trabajar a Madrid. Y yo lloré desconsolada durante días pensé que ya era hora de tomar una decisión que llevo mucho tiempo posponiendo.

Así que aquí me tienes, con la manta liada en la cabeza, pasando un calor espantoso, pero decidido a imitarle. Porque, lo mire por dónde lo mire, mudarme a Madrid es una buena decisión. 

Menos si lo miro por el lado en el que todo sale mal (que, conociéndome, es lo que acabará pasando). Pero por ahí no lo miro, así que lo mire por dónde lo mire mudarme a Madrid es una buena decisión.

Evidentemente no será fácil. Pero lo haré. Y como me voy como se supone que vino todo el mundo a Cataluña cuando todo el mundo vino a Cataluña (es que ahora con lo del independentismo parece que todo el que vive aquí sea inmigrante que lleva años instalado aquí), con una mano delante y otra detrás, pues es aún más divertido.

En cualquier caso, estoy buscando trabajo por allí y también un lugar en el que vivir. Si tienes noticias, ponte en contacto conmigo. Que ya no soy un gremlin.

El viernes por la noche, como Bercode está de viaje en China, le dije a Atzur de emborracharnos pero resultó que él no bebe y que, en cualquier caso, no le veía sentido a hacer el mal desde su casa. Tampoco me dijo, la muy puta, de ir por ahí.

De todas formas al final la noche tampoco fue tan desperdicio: viví mi propio Sálvame Deluxe. Porque resulta que tengo dos amigas que están en una situación bastante delicada. No voy a entrar en detalles pero digamos que a la Amiga A le ha ocurrido con su grupo de amigos (en el que introdujo a la Amiga B) algo que me ocurrió a mí no hace mucho tiempo. Vamos, que de repente y sin venir a cuento empezaron a pasar de la cara de la Amiga A. 
Y hasta aquí todo podría ser relativamente normal sino fuera porque hoy en día, como no sabéis usar Facebook (en realidad sí) pues todo el mundo se entera de todo.

Al final la Amiga A descubrió el motivo y no le hizo ninguna gracia. Y la Amiga B quería saber cómo estaban las cosas y me llamó. Le dije que me podría haber llamado antes de que pasara todo eso porque si se supone que si pasa algo con la  Amiga A yo también debería saberlo y estuvimos como dos horas al teléfono diciendo verdades como puños, pero con todo el cariño del mundo.
Luego, evidentemente, estuve hablando con la Amiga A. Pero no os preocupéis porque ya avisé a la Amiga B de que esa conversación la iba a reproducir después. Es más, le dije algo de lo que me siento especialmente orgulloso:
"Las dos sois amigas mías y pase lo que pase entre vosotras vais a seguir siéndolo. Y yo hablo con ella y hablo contigo y evidentemente estas conversaciones se van a reproducir tanto por un lado como por el otro. Y lo sabéis. Así que no quiero que nada de lo que habléis conmigo luego se utilice como arma entre vosotros ni como munición para el resto de gente que no está participando en esta conversación."

Casi me salía más a cuenta hacer una llamada a tres como aquellas de los Party Lines de los 90.

Y hablando de llamadas. El otro día estaba yo comentando "¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?" y me llevé un susto al descubrir que el Principito (el pijo que la madre dice que es tan guapo) tiene un aire fisionómico a mi ex. Sí. Mi ex el de Huesca: La Chico Gizmo Que Brilla Que Brilla Atropellada Destroza Hogares.

Los nuevos estaréis flipando con ese nombre pero los veteranos sabréis por qué le llamaba así. 

Pues pasaron los días y ahí estaba yo, hablando con un amigo por Facebook sobre el programa y le digo: "Lo peor es que el pijo me recuerda físicamente a mi ex". Y en ese justo momento... ¡DRAMA! 
Suena mi teléfono y era mi ex. Llamándome.

La carcajada que soné fue legendaria y cuando controlé los estertores contesté y hablamos un rato. Lo más destacado de la conversación fue cuando le dije lo de "Aprovecha para llamarme ahora porque en unos meses a lo mejor esta llamada es internacional". 

Y es que si Catalunya se independiza esto va a ser la risa. 

En realidad a mí Artur Mas me está haciendo una putada tremenda, porque ha bastado que me decidiera a irme a vivir a Madrid para que salga y diga que queremos la independencia. Menos mal que en mi DNI pone "Jorge" y que siempre puedo decir que mi abuela era valenciana, mi abuelo era de Ceuta y mis abuelos paternos eran medio gitanos.

Al final sí que va a ser verdad lo de que no hay catalanes que sean de aquí de tota la vida.

Pero entre que voy y vengo, hablando con Bercode hace unos días tras haber tenido un intercambio de mails con Tony Tornado me dijo algo que me hizo agradecer tener amigos como ellos dos.
"Tu vida es tu vida y tienes que hacer lo que te guste"

Y es que últimamente estoy en etapa de crisis personal sin saber realmente qué cojones quiero hacer con mi futuro. Y de repente, gracias a ellos dos, me di cuenta de que yo lo que quiero es ser puta.

No, yo lo que quiero es lo que quiero. Y en eso me voy a tener que centrar.

Así que le di un poco más de bombo a Estoy Bailando (la web, que está quedando fenomenal) y busqué redactores que quisieran colaborar en ella y me puse a escribir como un loco sobre cualquier cosa que se me ocurriera. Lo último ha sido un análisis del primer capítulo de la última temporada de Fringe, por ejemplo. 

Y estoy pensando rescatar algunas entradas de este blog para la sección "Lifestyle" como la de "Ahorrar en tiempos de crisis".

En fin. No me voy a enrollar mucho más. Recuerda lo que te he dicho de Madrid: cualquier ayuda es bienvenida.

Y ahora me voy que los vecinos han decidido celebrar el fin del verano con una paella en plena calle. 



Por favor, sacadme de aquí.

lunes, 6 de agosto de 2012

Yo tenía un blog

Yo tenía un blog y escribía mucho en él y contaba muchas cosas que me pasaban. La gente me conocía por mi blog y algunos hasta me paraban por la calle o en las discotecas y me decían que eran fans de mi blog y de mí y de todo lo que leían y que les encantaba y que a ver si escribía más.

Y míralo, muerto. Muerto Sánchez.

En algún momento de mi vida me olvidé del blog. Y eso que me gustaba escribir en él y contar las borracheras y las tonterías y todo eso. 

Pero chica, que he estado muy estresado últimamente viendo la vida pasar y ni por un momento he pensado en ponerme a escribir aquí. He estado escribiendo, sí, en otros sitios y en otras cosas. He publicado en otras webs y me he guardado textos para publicarlos otro día y hacer una gira por Soria y forrarme. 

Podría haberos explicado las veces que he salido de fiesta estos últimos meses. Lo del amigo francés de @Bercode y sus caras al vernos haciendo playbacks de Mónica o de Rocío, sus aplausos, sus abdominales. 
O podría haberos explicado el Retorno a Arena después de meses (aunque yo diría año largo) sin pisar la VIP un viernes noche y los reencuentros con gente a la que hacía años que no veáis y con los que te pones al día entre cubata y cubata, abrazo y abrazo y gritos y risas. O los que te dicen "es que ahora que eres famoso y escribes en El Cajón Desastre ya no me caes bien, maricón".
Y, por supuesto, los encuentros casuales que te hacen arrepentirte de no haber salido a fumar y te hacen mandar mensajes tipo: "Por el amor de Dios, fumad rápido que tengo a XXXX detrás y no sé dónde meterme para no establecer contacto visual".

Salvados por el Whatsapp.

También podría haberos hablado de mis nuevas amigas/vecinas, con las que voy a la playa y hablamos de los tíos que hay por allí y les enseño el Grindr y flipan y se descojonan a partes iguales. De las cervezas en el chiringuito y del profesor de surf que más bueno no puede estar. Invasión de abdominales.

O de mi hija.

Porque ahora resulta que tengo una hija. Se llama María y tiene 3 años. Su padre es un vecino pero como siempre me ven a mí con la madre en la playa todos han dado por hecho que es mía y me dicen "Qué niña más guapa tienes" o "Tu hija es una pasada" y yo cada vez que oigo eso pego un grito del susto porque mis peores temores se hacen realidad. 

Y es que lo que más miedo me da es despertarme un día al lado de una mujer a la que he fecundado en una noche de pasión y borrachera sin igual.

Y podría pasar. El otro día, sin ir más lejos, tuve un blackout impresionante y lo único que recuerdo es haber estado enseñándole mi erección a alguien. Pero a quién y dónde no lo sé. Yo sólo sé que me la sacaba y decía "MIRA!! MIRA CÓMO ESTOY!!".

Son las hormonas, que se me revolucionan. El otro día alguien me decía que era un poco exagerado llevar siete aplicaciones de ligoteo en el teléfono. Pero chico, es que eso es mi vida ahora. Ligar y escuchar música. Y escucho muchas más canciones que polvos echo pero ¿y qué? Me hincho.

También podría haberos hablado de los proyectos que tengo y que sé que nunca llegarán a nada, o las posibilidades que se desvanecen antes de que te pares a planteártelo seriamente. Del bajón existencial y de esas cosas que pone uno en su blog cuando está harta de la familia Rivera. Pero tampoco lo hago. Me siento a ver El Sexo Sentido y me hincho a llorar. Porque de repente te das cuenta de que no es una película de miedo, sino un dramón tremendo que bien podría ser la biografía de Anne Germaine.

Pero nada, que no me sale. Que he abandonado el blog y mírame, enfrasacado en una espiral de la nada más absoluta.

Voy a tener que recuperarlo, aunque sólo sea para que dentro de unos años, cuando mire para atrás, piense que mi vida era una mierda pero me lo pasaba de puta madre.

miércoles, 20 de junio de 2012

Moscú!! (Cuarta Parte)

MULTIMEDIA

El otro día se me olvidó decir que esa noche en que celebrábamos mi cumpleaños bebiendo vodka y escuchando música y haciendo el pena en el hotel, a @Bercode se le ocurrió un hito audiovisual que días más tarde hice realidad y que merece ser compartido por los siglos de los siglos.


Dicho esto, termino ya la crónica.

LAS RAMBLAS (en Moscú) SON FEAS

Bercode se levantó muy pronto para irse a trabajar y yo me quedé un rato más durmiendo porque estaba cansada de la familia Rivera.
Cuando desperté estuve un rato intentando decidir qué coño hacer con mi vida y a dónde cojones ir ese día. Mis piernas estaban reventaditas vivas (yo juraría que lo que tenía era el Síndrome de la Clase Turista porque ya sabes tú lo que me gusta a mí un drama).
Como varias personas me habían recomendado que me diera una vuelta por la calle Arpat, pues p'allá que fui.
Cuando salí del hotel hacía sol y calor. Cuando salí del metro llovía. Pero como no tenía paraguas me jodí y me mojé, porque no me iba a quedar en la puerta de la estación esperando a que amainara. Y total, tampoco llovía tanto.
Me bajé en la parada de la Biblioteca de Lenin y fui tirando por donde pensé que iba bien (al final resultó que sí).

Subí por una calle random y llegué a un sitio con mucha gente donde un hombre me preguntó algo y yo le puse mi cara de "no me líes, que no te entiendo" (cara que desarrollé en respuesta a su cara "pringao, no hablas ruso") y llegué a la calle Arpat esta en cuestión. Al principio la calle me gustaba porque era como muy bohemia y muy guay. Y había muchas tiendas, que era algo que aún no había visto por Moscú. Pero a los 200 metros empecé a cansarme de que la calle no terminara nunca y de que las tiendas fueran todas iguales. Además me dieron setenta veces el mismo flyer de vete a saber qué porque estaba en ruso (pero por los dibujitos supuse que era algo de comprar oro).

La calle Arpat es más larga que un día sin pan y lo más interesante son las tiendas de souvenirs, que cambian mucho de forma pero todas tienen lo mismo. Lo mismo que en el resto de tiendas de souvenirs de la ciudad. 

Eran ya como las tres de la tarde y no sabía si comer por allí, si sentarme en el suelo o qué hacer. Así que llegué al final de la calle, me metí por un callejón extraño que al principio parecía que me iban a matar, luego no y luego sí y luego ya salí a una plaza y caminé por una calle fea fea hasta llegar a la Nuevo Arpat. Que ésta sí que es guay.

Es mucho más ancha que la otra y no es peatonal, a un lado hay edificios que debieron construirse cuando Lenin era un bebé y al otro lado un centro comercial rarísimo con una especie de cosa como con la forma de un barco, muchos bares con terracitas (pero cuidado, que las terrazas son como chiringuitos) y, lo mejor, altavoces enfocados a la calle en los que sonaba de todo. Desde Sinatra hasta un remix de Fever de Madonna que me descolocó totalmente. 

Al final de la calle me di cuenta de que aquel paseo tampoco había aportado mucho a mi relación con Moscú y como empezaba a vislumbrar los tejados del Kremlin a lo lejos (y yo ya estaba de Kremlin hasta el toto) pues acabé metiéndome por otra calle hasta volver a la Arpat vieja y de ahí recorrer el camino de vuelta al hotel.

THE END

Lo cierto es que la última tarde-noche en Moscú la tengo un poco borrosa. Cuando llegué al hotel, cargado con mi comidita del McDonald's, me topé con la señora de la limpieza en la habitación. La pobre estaba apuradísima y yo no quería molestarla así que me puse a un ladito para que terminara con lo suyo.
Luego recuerdo que comí y mientras decidía si me iba al parque de Sokol'niki ese que tenía delante del hotel, quedaba con alguien del Grindr o me iba al museo del espacio me quedé frito.

Bercode vino por la noche, con comida y bebida. Y volvimos a repetir la dinámica de otros días, con la diferencia de que esa noche me hablaron un par de rusos por Grindr. Uno que estaba en el hotel y me decía que fuera a su habitación (le dije que tenía que madrugar al día siguiente "me levanto a las 10" y él me soltó un "¿PERDONA? Yo me levanto a las 6!!!". Es que no era guapo.) y otro que vivía delante del hotel y pintaba mejor pero se desconectó antes de decidirme.

GOOD BYE, MOSCOW

El camino de vuelta al aeropuerto fue menos problemático de lo que pensaba que iba a ser, porque ni me perdí ni nada. Bercode me dio indicaciones para comprar paquetes de tabaco a mansalva, pero al final sólo conseguí un cartón de Chesterfield. 10 euros. UN CARTÓN. DIEZ EUROS.
Los estanqueros se reían de mí porque yo me había aprendido cómo pedir el tabaco en ruso pero luego me decían cosas raras y yo tenía que decirles que no hablaba ruso. Y otra vez: la cara de desprecio y las risas.

En el Aeropuerto estuve esperando un buen rato dando vueltas por la Terminal y visitando la Habitación del Enfisema, que era la sala de fumadores. Cuando embarcamos me llevé la desagradable sorpresa de que el avión era de Iberia, lo que implicaba que los asientos estaban apretados como ellos solos y encima iba lleno y no pude cambiarme. 
Cinco horas de viaje con las piernas medio entumecidas. Y con una niña pequeña sentada delante tirándome cosas. No la maté de milagro. Seguramente porque me acabé la novela de sangres y misterios que había comprado al empezar el viaje y no quería traspasar la barrera de la metaliteratura.

Luego en Madrid me hicieron tirar a la basura una botella de Vodka monísima de aluminio que  me había comprado porque "esto no se puede subir en el avión". "Pero si lo he comprado en el Duty Free y VENGO DE UN AVIÓN". "Ya, pero es que  Rusia no es de la Unión Europa". Osea, que según la normativa de seguridad un avión Ruso no puede sufrir daños por una botella de Vodka, pero uno europeo sí. Todo muy lógico.

Me cagué en todo, no te lo voy a negar. Pero tenía tantas ganas de llegar a casa y darme una ducha que me dio igual. Más se perdió en Cuba.

Y de ahí avión (ésta vez sin retrasos ni hostias) de Madrid a El Prat, donde Polispol me esperaba para llevarme amablemente a casa. 

Estuve dos días con dolor de piernas e inexplicablemente cansado por tanto trajín, pero la experiencia valió muchísimo la pena. Moscú no es una ciudad especialmente bonita ni acogedora, pero los monumentos que se pueden visitar (dejando a un lado las trescientas iglesias que te ponen en las guías de viaje) son tremendamente espectaculares. Tal vez lo malo de Moscú es que al ser Rusia un país bastante cerrado de puertas para afuera (dime el nombre de dos actores rusos conocidos) cuesta involucrarse culturalmente con ella y eso hace que te sientas un poco tonto paseando por una ciudad sin saber realmente si lo que estás viendo es algo importante o no. 
Eso sí, los amantes y conocedores de la cultura rusa van a tener un orgasmo detrás de otro.

En cuanto a la fiesta en Moscú, pues es bastante evidente que al final no salimos de fiesta ningún día; y eso que ése era precisamente el mayor motivo por el que Bercode me invitó. Pero chico, entre que el sábado llegué a las tantísimas al hotel (y sin maleta) y que el domingo alguien se quedó dormidico y luego trabajaba todos los días (y mucho, además) pues no pudo ser. 
De todas formas, viendo el material por Grindr y demás, tampoco te creas tú que aquello es el sueño cirílico de una noche de verano. Que sí, que hay rusos que están para ponerles un piso, pero la mayoría son seres bastante extraños.

La parte buena es que todos esos rusos buenorros son los mismos que vienen a Barcelona para el Circuit o a Madrid para el Orgullo, así que puedes tirártelos igualmente sin necesidad de recorrer 3000 kilómetros.

¡Ja!

domingo, 3 de junio de 2012

Moscú!! (Tercera parte)

THE BLAIR WITCH PROJECT

Como os decía, había leído por internet que la colina de Vorobyovy Gory era un sitio guay para pasear y ver una buena vista de Moscú. Además estaban cerca de la Universidad de Moscú, que era un sitio que quería ver de cerca.
Así que me fui otra vez al metro (por suerte seguía siendo la misma línea y no tenía que hacer transbordos) y me bajé en la parada del mismo nombre.
Lo primero que me sorprendió es que la estación estaba en un puente sobre el río, que es muy guay. Justo sobre la estación pasa una carretera, así que al bajarte (por suerte para mí salí por el lado que tocaba) te encuentras en un decorado de peli de terror de los 80: bosque, la parte de abajo de una autopista y gente muy rara.

Empecé a andar sin saber a dónde coño iba, pero como todo el mundo iba hacia la izquierda, pues hacia la izquierda fui. Allí encontré un cartel con un mapa que decía que la Universidad y el mirador estaban hacia la derecha. Muy bien ahí los rusos.

Total que me voy hacia la derecha y me meto por un camino forestal con carteles que explicaban cosas sobre la vegetación y la fauna... en ruso, claro. De vez en cuando me cruzaba con alguien, pero aquello cada vez estaba más solitario y yo empezaba a tener bastante miedo. En Vorobyovy Gory nadie puede oír tus gritos. Encima me empezó a sonar la banda sonora de "El Incidente" en el iPod.
Llegué a una especie de estanque con patos y casetas alrededor. Había gente fumando, charlando y un montón de militares emborrachándose y vomitando. Qué bonita estampa.

El estanque donde lanzan los cuerpos descuartizados de los turistas mariquitas que se pierden en Moscú.

Seguí andando hasta llegar a un cruce de caminos en el que no había ni un puto cartel, pero vi unas escaleras (que ni las del exorcista) y las subí. Para cuando llegué arriba no había ni rastro de oxígeno en mis pulmones.
Seguí caminando por una especie de avenida que hizo desaparecer mis miedos a morir asesinado y de pronto fueron apareciendo militares por todas partes.
Al final, después de un buen rato, me encontré con una pista de saltos de esquí y un poquito más alante el puñetero mirador.

La vista, ciertamente, es espectacular. Y te das cuenta de lo espectacularmente que es Moscú. El mirador está justo delante del Estadio Olímpico y aún en la distancia puedes comprobar que, comparado con el de Barcelona (por ejemplo) es un mastodonte. Y mira que yo soy muy de miradores ¡qué me gusta a mí una vista panorámica! Pues bien, éste es el único mirador al que he ido y he sido incapaz de ver el final de la ciudad que estaba observando.

¡TOMA MOSCÚ!

 Cuando ya me cansé de asombrarme por lo enorme que es la ciudad me di la vuelta y me encontré cara a cara con la Universidad. Que, aunque parecía estar más cerca por lo tremendamente grande que es, resulta que estaba en el quinto coño.

LA UNIVERSIDAD DEL INFIERNO

Después de estar como 10 minutos cruzando un jardín enorme, llegué a la Universidad. O casi. Me paré en la acera de enfrente (decir eso es no ser del todo exacto, porque entre aceras hay como 200 metros) y dudé si acercarme más o no, porque no estaba seguro de que un turista pudiera plantarse allí. Entendedme, los militares habían desaparecido pero la gente te mira muy raro.

Yo y mi cara de "PUTO CÉSPED QUE NO SE ACABA NUNCA"

Pero me dije "Qué coño, ya que estoy aquí..." y me planté en la puerta de la Universidad.
Estuve un rato observando el edificio, que es realmente imponente, y tratando de contar los pisos que tenía, mirando a las ventanitas a ver si salía alguien, tratando de averiguar si eso de ahí es una estatua o un tío que me mira raro (en mi mente era un francotirador del ejército que me tenía localizado).

Universidad Politécnica de Silent Hill
 Al final la cosa estaba entre meterme en la Universidad o volverme al hotel. Y entre que no sabía lo que iba a tardar en volver y que no sabía si era seguro meterme allí o no, me di la vuelta y me volví. Pero esta vez fui por otro lado. Bajé hasta los campos de deportes de la Universidad, vi a un par de rusos universitarios deportistas y enfilé calle abajo.
Llegó un punto en el que no tenía ni puta idea de dónde estaba (bueno sí, lo sabía, lo que no sabía era cómo volver a la estación) pero yo seguí andando.
Y andé lo que no está escrito. El highlight del paseo fue EL SEMÁFORO. 90 segundos (tienen contadores) esperando a que se pusiera en verde (porque no paraban de pasar coches por todos lados) y luego 10 míseros segundos para cruzar. Que en realidad son 8, porque cuando marca 7 los coches ya están arrancando.

Caminé y caminé y volví a encontrar militares. Me metí por donde no era y uno de ellos me miró un poco raro. Yo me asusté. No era demasiado grande y no imponía nada, pero su fusil sí. Me hizo un gesto con la mano y me acerqué servicialmente. Me pidió un cigarro. Se lo dí. Le pregunté dónde estaba el metro y, guardándose el cigarro en un bolsillo (ahí pensé que lo hacía para no mancharlo con mi sangre cuando me acribillara) me dijo: "I don't know!!" y puso esa cara de risa tonta que ponen todos los rusos cuando se dan cuenta de que no hablas ruso.
Así que me di la vuelta, me aventuré por un paseo y encontré de nuevo las escaleras del infierno y de ahí otra vez al metro.

CUMPLEAÑOS FELIZ

Llegué al hotel una hora después y me di cuenta de que era bastante pronto. Pero como no sabía a qué hora llegaría Bercode decidí quedarme y beber vodka para celebrar mi cumpleaños.
Cuando estaba yo ya en ese punto en que le cantas a una botella de Stoly el "Come and get it" de Rachel Stevens y la luz del exterior se iba apagando (multiplicando las posibilidades de que alguien te vea hacer el gilipollas desde un edificio de enfrente), llegó Bercode.
Nos fuimos a un súper a comprar más vodka y algo de picar. Yo, que ya llevaba como 4 o 5 cubatas, iba fino, fino y claro, cuando voy fino, fino mi pluma sale a pasear.
La lié tan parda en el supermercado que dos rusos bastante monos que no paraban de mirarnos acabaron diciéndome que tenía que comprar una tableta de turrón "Take this, darling" y yo me los miré un poco raro... y para cuando decidí invitarles a la habitación ya habían desaparecido.

Así que volvimos al hotel, bebimos un buen rato, hablamos, vimos vídeos absurdos en Youtube, realitys cutres en la MTV rusa y nos fuimos a dormir.

viernes, 1 de junio de 2012

MOSCÚ!! (Segunda parte)

Fé de erratas 

Me avisan por el pinganillo de que hay un error en la entrada anterior. El Jamón Serrano que compramos en el súper no era Campofrío sino "EL POZO", y venía de Murcia. Desde aquí mandamos un afectuoso saludo a todos los murcianos que nos leen y les pedimos disculpas. 

DOMINGUEROS 

Nuestra intención era levantarnos relativamente pronto (en plan las 11:00 o las 12:00). Pero nos levantamos a la una y pico y salíamos del hotel pasadas las 14:00. Tampoco teníamos mucha prisa, la verdad.
Acababa de llamar al aeropuerto y me confirmaban que la maleta ya había llegado a Moscú y estaba de camino, que la traería un transportista por la tarde. Así que me registré en la habitación de Bercode y nos fuimos a la Plaza Roja. 
El metro de Moscú es una de las cosas más impresionantes que se pueden ver en la ciudad. No sólo por la cantidad de mármol que hay por todas partes, ni por los militares que lo vigilan como si aquello fuera un tesoro de estado (que en cierta manera lo es). El metro de Moscú es un sistema que funciona a la perfección, con trenes que circulan a una velocidad endiablada (de una parada a otra puede haber, perfectamente, varios kilómetros), que nunca van llenos hasta arriba (al menos yo nunca me subí a un vagón repleto cual lata de sardinas) y en el que nadie está para molestar ni que le molesten. Eso sí: ni un cartel en inglés. 

De hecho eso es algo endémico en toda la ciudad: toda la señalización está en cirílico, lo cual hace que sea bastante complicado guiarte a no ser que entiendas algunas letras o lleves una guía en la que las cosas estén escritas en cirílico y en cristiano. 

La Línea 1 no tiene ni siquiera señalización visual de en qué parada estás, así que tienes que estar muy atento contando las paradas que te separan de tu destino o mirando los nombres de las estaciones en las que paras para no despistarte. 

Al llegar a la Plaza Roja nos encontramos con alguna especie de evento deportivo que ocupaba casi todo el recinto. Había un pequeño control de seguridad en la entrada, pero nada engorroso. Además siempre se agradece ver a rusos sin camiseta o en pantalón corto haciendo deporte. La Plaza Roja me resultó un poco chof porque yo me esperaba una plaza interminable y mira, no. Es grande, sí, pero no es tan espectacular como esperaba. Al menos en ese momento no me lo pareció. No entramos en ningún sitio (la tumba de Lenin estaba cerrada). 
La Catedral de San Basilio es bastante impresionante, no tanto por su tamaño como por lo raras que son sus cúpulas hechas de heladitos multicolores. 

Al rico helado, señora.

 Vimos la picota en la que cortaban las cabezas de las gentes y lanzamos unas monedas pidiendo un deseo. Porque otra cosa no, pero los rusos parecen tener obsesión por lanzar monedas a los sitios. La mitad de los monumentos de la ciudad están cubiertos de monedas. Al menos durante un día, porque luego vuelves y se las han llevado todas. Una vez vimos todo lo que teníamos que ver y buscamos desesperadamente a Nadia Comaneci (hay un vídeo secreto que sólo veremos nosotros en el que me pongo a gritar ¿DÓNDE ESTÁ NADIA COMANECI?) nos fuimos a los Jardines de Alexander.

¿¿DÓNDE ESTÁ NADIA COMANECI??

Unos jardines muy bonitos en los que está la Tumba del Soldado Desconocido, un montón de flores (junto a las que los rusos no paraban de hacerse fotos, cosa que también comprobamos dentro del Kremlin, debe ser que en sus pueblos no hay flores de colores y les vuelven locos) y, por lo que leí en una web de mariconeo moscovita una guía turística, cruising. De militares. Nos metimos en una tienda de souvenirs y yo compré un par de chorraditas para la familia. 
Nos hicimos fotos en una especie de monumento a las ciudades rusas que, imagino, sufrieron mucho durante la II Guerra Mundial (porque tenían flores y tal) y compramos entradas para visitar el interior del Kremlin. 
Aquí se cumplió el dicho "No te fíes de un puto cartel ruso, porque seguramente es mentira". En la tienda de souvenirs vendían los tickets, pero como había cola y en un cartel al lado ponía que se podían comprar en la entrada fuimos a la entrada. Pero no se podían comprar. Bercode exclamó "¡Me cago en los muertos de Cristo!" y una mujer nos señaló y dijo: "Mira ¡españoles!". 

Así que volvimos a la tienda de souvenirs, compramos las entradas y nos metimos en el Kremlin mientras íbamos imitando a las Nieeeetah del Baptisteeeeriooooo. El Kremlin es un sitio bastante raro, porque es como meterte en el Poble Espanyol de Barcelona pero hay guardias con metralletas vigilando que no te metas en casa de Vladimir Putin por error. Muchas iglesias, todas con sus tejaditos dorados, un cañón gigantesco y una campana aún más grande. La campana de Iván el Grande está rota y yo aún no entiendo cómo pudo alguien pensar que eso se podía colgar en un campanario sin hundirlo. 

Cruzamos unos jardines monísimos llenos de niños y no tan niños que, de verdad, parecían no haber visto una puta flor en su vida. Allí le dije a Bercode que ya había visto al ruso feo, al ruso militar, al ruso con brazos más grandes que mi cabeza, al ruso esquelético y que sólo me faltaba ver al ruso gimnasta olímpico para darme por satisfecho. Entonces llegamos al acuerdo de que cantaríamos el "Quédate conmigo" de Pastora Soler en Eurovisión para avisarnos de que nos estábamos cruzando con un maromo impresionante. Si tuviéramos que pagar derechos por cada vez que la entonamos, estaríamos arruinados. (Luego también cantábamos lo de "Si no supe amarte amooooor..." para invocarles en caso de que no aparecieran por ningún sitio... y ¡funcionaba!)

Cuando nos cansamos de tanta catedral y tanta flor salimos del Kremlin (no sin antes cruzarnos con una señora un poco rara vestida de proletaria siberiana que iba hablando sola hacia una de las iglesias y que llegamos a la conclusión de que podía ser, perfectamente, la presidenta del senado ruso) y volvimos a los jardines de antes, buscando un sitio para comer. 
Un coche pasaba diciendo algo de Alexander y nosotros pensábamos que se había perdido un niño. Luego nos dimos cuenta de que estaban cerrando los jardines (claro tonta, los Jardines Alexander!!), pero aún no sabemos si porque iban a limpiar un poco o si es que había una amenaza terrorista o qué, y nos fuimos al McDonald's. Pero había mucha gente y acabamos en el Sbarro. 
Me gasté una pasta en comida (pizza, ensaladilla rusa y unas bolas de carne extrañas que estaban muy buenas, la verdad...) pero valió la pena porque estaba famélico porque no comía nada decente desde hacía dos días (con perdón al Jamón murciano). En el Sbarro estaban poniendo un concierto de música pop y allí tuve la primera revelación que más tarde me llevó a descubrir el gran secreto moscovita: por muchos iPads que tengan todos (que los tienen) siguen viviendo en 1994 y sienten adoración por Michael Jackson. 


LA DECADENCIA 

Después de eso nos volvimos al hotel porque estábamos reventaditos y aún teníamos que prepararnos para ir esa tarde noche a la discoteca Propaganda, que había fiesta gay. Al llegar a recepción y preguntar por mi maleta la chica me dijo que nada, que ni maleta ni nada. Y justo en ese momento entró el trnasportista con la misma y yo di saltos de alegría y nos fuimos a la habitación. 

Bercode se tiró en la cama y se quedó dormido. Y a Bercode es imposible despertarlo a no ser que seas un iPhone con setenta tonos de alarma diferentes. Esperé a ver si se despertaba de forma natural, pero nada. Lo intenté de forma artificial pero el experimento fue un fracaso. Me di un baño relajante y decidí salir a dar una vuelta por la zona. Duró poco, porque al llegar al final de la calle del hotel empecé a temer por mi vida y me fui al súper a por agua y al McDonald's a por cena. Como Bercode seguía sin despertarse, cené escuchando música y me tomé un cubata y al rato le vi aparecer por la esquina mirándome con cara de "¿Qué pasa, qué ocurre, qué es esto?". Yo le dije algo así como "Ahora es tarde, señora" y nos sentamos en el sofá un rato y mientras él hacía unos deberes un poco raros, dieron las 00:00 y cumplí 29 años. 

Como la cosa no se animaba, me metí en la cama. Al final ni fiesta eurovisiva, ni fiesta en Propaganda, ni borrachera de cumpleaños ni nada. 

Y encima en el Grindr eran casi todos feos, y los pocos guapos no me entendían. 

:'(


LA PLAZA ROJA (BIS) 

Bercode tuvo que levantarse muy temprano para irse a trabajar. Y en una de las setecientas alarmas del iPhone me desperté yo también. Chafardeé por el Grindr a ver si había alguien interesante cerca pero nada, así que me preparé para seguir turisteando por Moscú yo solito. Como no tenía muy claro qué ver ni qué me apetecía realmente hacer, volví a coger el metro para irme a la Plaza Roja a ver si me quitaba el mal sabor de boca de la visita del día anterior. 

Allí ya no había deportistas rusos, y aunque aún no habían terminado de retirar todas las vallas se podía apreciar mucho mejor que sí, que realmente la Plaza es jodidamente grande. La tumba de Lenin seguía cerrada (mal!) y no pude entrar a verlo, así que me fui a la otra punta y acabé subido a un puente en el quinto coño desde el que se veía parte de la Plaza, y una vista monísima sobre el río. En ese momento me di cuenta de que lo mejor que podía hacer era escuchar "The Russia House" de Jerry Goldsmith. Y lo hice. Gracias a esa idea (la de ponerme bandas sonoras de pelis) luego viví grandes momentos humorísticos que sólo entenderé yo así que no te los voy a explicar (pero lo pongo para que cuando tenga 90 años recuerde lo que me pasó). 

Moscú, 1953
Cuando me cansé de estar fumando en el puente me volví a la Plaza Roja y ahora la crucé pegadito al GUM, un centro comercial de lujo (aunque un poco hortera) en el que la gente tomaba refrigerios en las terrazas mientras escuchaba música clásica. Por lo visto todo lo que hay dentro del GUM es insultantemente caro, así que aunque tenía curiosidad por entrar me quedé en la calle haciendo otras cosas más productivas, como volver a los Jardines de Alexander para ir a la tienda de souvenirs y comprar más chorraditas

De ahí me fui al McDonald's, que a esa hora de un lunes no había tanta gente, y me armé de una Cheeseburguer y una Coca Cola para perpetrar el que, hoy por hoy, es uno de los mayores Highlights de mi vida. Volvía a la Plaza Roja, busqué en el iPhone "Rasputin" y me puse a comer mientras Boney M y Fangoria me deleitaban con ese clásico musical. 
Evidentemente, comer McDonald's mientras escuchaba los sintetizadores fangoriles en mitad de la Plaza me provocó un ataque de risa que hizo que los militares me miraran con cara de pocos amigos, así que tardé poco en irme. 

Me di una vuelta por un mercadillo que había cerca y comprobé que todos los souvenirs de todas las tiendas de souvenirs son exactamente los mismos. Y tampoco había otra cosa que no fueran souvenirs. Y certifiqué mi teoría sobre Michael Jackson al ver todas las postalitas, fotitos, muñecas rusas con su cara y demás inventos honrando al cantante. 

Cuando me cansé de no estar haciendo nada me volví al hotel un rato para esperar a Bercode que no tardaría en quedar libre. Me quedé frito. Y me despertó el Whatsapp diciéndome que al final llegaría bastante más tarde. 

Así que me puse a buscar por internet qué coño hacer esa tarde y tuve claro mi próximo destino: Vorob’yëvy Gory.

jueves, 31 de mayo de 2012

MOSCÚ!! (Primera Parte)

Cada vez que hago un viaje me digo a mí mismo "cuando llegue a casa tengo que hacer la crónica en el blog" y luego nunca la hago. 
Voy a aprovechar que (por increíble que parezca) tengo jet-lag y eso hace que mi vida tengo menos sentido de lo habitual, para empezar a relataros mi viaje casi relámpago a Moscú invitado por @Bercode para celebrar nuestros cumpleaños y vernos y ver rusos.
Que es un motivo tan bueno como cualquier otro para recorrer 6000 kilómetros en 4 días.

Así que allá va:

MOSCÚ!!!
El vuelo del infierno

Aunque lo de viajar en avión no es algo nuevo para mí, Bercode me hizo un curso intensivo la noche del viernes para prepararme y explicarme paso por paso todo lo que tendría que hacer. Sobretodo porque, una vez en  el areopuerto de Domodedovo la cosa se ponía interesante.
La cosa es que yo salía de Barcelona a las 11:40, llegaba a Madrid a las 13:00 y allí tenía una hora y media de escala hasta coger el vuelo directo  Moscú a las 14:30.
Pero gracias a Iberia lo que tenía que ser un trámite sin más se convirtió en una odisea.
Porque a la hora que teníamos que estar despegando, estábamos embarcando. Le pregunté a la sobrecargo si teníamos previsión de a qué hora llegábamos a Madrid y me dijo de forma educada que no tenían ni idea, le comenté lo del vuelo a Moscú a las 14:30 y me dijo que luego me decía algo.
El avión, por supuesto, no despegó hasta pasadas las 12:00. Parados en la pista el comandante explicó que el vuelo había llegado con retraso porque habían tenido que esperar en Madrid a los pasajeros de un vuelo intercontinental que llegaba tarde.
Además había unas maletas facturadas sin pasajeros en el avión y habían tenido que esperar para retirarlas por motivos de seguridad.

Y había previsión de niebla en Barcelona y eso había retrasado el aterrizaje.

Y que aunque habían hecho el embarque lo más rápido posible, ahora estábamos parados en pista porque un avión que acababa de despegar se había chocado con unos pájaros y estaban retirando "los restos".

Vamos, que no llegaba a Madrid ni de coña. A mí ya me estaban entrando los sudores  pensando que lo mejor que podía hacer era bajarme del avión, irme a casa y decirle a Bercode que gracias por intentarlo pero que era evidente que yo no estaba destinado a ir a Moscú.

El vuelo a Madrid fue más rápido de lo que esperábamos (lo que confirma que lo de tardar la hora y veinte habitual es una patraña) y antes de aterrizar la sobrecargo vino y me explicó que no sabía en qué puerta tenía que embarcar hacia Moscú pero que tenía que irme a la terminal satélite. Cogiendo un tren.
Al oír eso mis cejas se levantaron hasta niveles estratosféricos. Además en Barcelona no me habían dado la tarjeta de embarque para el siguiente vuelo y si cogía otro vuelo más tarde no estaba seguro de que pudiera entrar en Rusia porque mi visado estaba fechado para el 26 (luego me enteré de que en realidad eso da igual). 
Ella me miró y me dijo "SUERTE". 

Total que aterrizamos y, efectivamente, estaba en la parte de atrás del avión y tardé la vida entera en salir del aparato. Salí corriendo como una madre leyendo los letreros con indicaciones de refilón y llegué al tren de intercambio de milagro (a esa velocidad de lectura podía haber terminado en la puerta del chalet de Belén Esteban como el que no quiere la cosa). Y luego corrí como un loco hasta un mostrador de información de la terminal satélite en la que un chico muy simpático estaba atendiendo a un travesti random. LITERAL.
El chico me dijo que estuviera tranquilo, que tenía tiempo y que el vuelo a Moscú estaba embarcando. 
Eran las 14:25.

Llegué a la puerta de embarque casi sin respiración y allí la chica me dijo que entrara sin tarjeta de embarque que ya me sentarían en algún sitio. Le pregunté por mi maleta, que dudaba yo que hubiera corrido tanto como yo, y su  gesto indiferente (acompañado por una mano tranquilizadora) me hizo entender que no me preocupara.

Total, que embarqué. Y allí me llevé la primera sorpresa al comprobar que las azafatas y azafatos rusos van justitos de inglés. Y eso ya es un indicador: si en el avión no hablan inglés ya verás en la ciudad.

Al final tuve "suerte" y me senté solito en la última fila. Además los asientos eran más espaciosos de lo habitual y fui bastante cómodo las 5 horas de vuelo. Leí un poco de una novela que compré en el Prat, comí un estofado rarísimo que nos sirvieron, dormí un poco, adelanté el reloj las 2 horas pertinentes y entonces llegamos a Domodedovo. 

Ni Arguiñano, señora.


¡DOMODEDOVOROLOTROLOROTROLORO!

Por suerte para mí, en Domodedovo desembarcamos en pista así que pude salir por la puerta de atrás. Autobús a la terminal y luego control de pasaportes. Yo iba cagado porque como todo el mundo me había dicho que eran súper estrictos con los visados y estaba claro que ése no estaba siendo mi día me imaginaba que habría algo más y acabaría en una celda en Siberia.
En realidad el sentimiento de que iba a acabar en una celda siberiana fue algo constante durante todo el viaje.

Paso el control de pasaportes sin decir ni mú porque intenté explicar algo en inglés pero la de la frontera me miró con cara de "No me rayes" (que es una expresión constante en la cara de los moscovitas) y me fui a esperar el equipaje. Y después de muchos empujones y mucha histeria por parte de unas gentes extrañas que venían de otro vuelo de no recuerdo dónde, llegó ese precioso momento en el que te das cuenta de que tu maleta no está. 
Me acerqué a una chica con walkie-talkie que se dedicaba a sacar las maletas que nadie había ido a recoger y creo que me dijo que me esperara. Me acompañó a una salita en la que otra rusa random (que sí hablaba inglés) me tomó los datos, le expliqué lo que había pasado con el vuelo BCN-MAD y comprobó cuatro cosas en un ordenador para decirme que mi maleta iba a embarcar en el vuelo que llegaba a las 7:00 de la mañana.
Momento absurdo: se acerca la que debía ser su jefa para preguntarle si yo hablo español. Le digo que sí. Me pide si puedo ir a hablar con una persona que habla español pero no habla ni inglés ni ruso. Yo voy y me dan un teléfono y me pongo a traducirle a una persona indeterminada que su maleta ya ha llegado al aeropuerto y que me confirme la dirección del hotel en el que está para que se la mande. Al colombiano (creo que era colombiano) y a mí nos da la risa por lo absurdo de la situación. Y después de muchas gracias, muchos thank yous y muchas pasivas, vuelvo a la mesa con mi rusa-random que me da un papelito y me dice que llame al día siguiente para decir si voy a buscar yo la maleta o si prefiero que me la manden al hotel, que eso podía tardar uno o dos días.
Me acompaña a la salida, donde una militar o lo que sea con galones me sella un papel y ¡por fin! (dos horas después de aterrizar) salgo a la terminal.

Y allí me encuentro a Bercode, que me está esperando con un cartel en el que pone "SRTA. PASTORA SOLER". Le doy el abrazo más grande que he dado nunca y nos vamos directos casi sin tiempo para hablar al Aeroexpress que nos lleva directos a la ciudad. Que si no espabilamos perdemos el último.

Domodedovo un poco borruso.



NOS VAN A MATAR
Pasamos por un sitio de estos de cambio de divisas y le doy a la mujer todo el dinero que llevo encima para que me dé rublos. Me da una cantidad de billetes y monedas que parece que acabe de asaltar el tren del dinero. Cruzamos la terminal (no sin antes pararnos un momento porque de repente Bercode -que lleva tanto tiempo esperando- ya no se acuerdo de por dónde ha entrado) y llegamos a la estación del Aeroexpress. Vamos a la máquina y un taxista ilegal se nos acerca y Bercode le dice algo en ruso y el otro se pira. Saca su billete, le da a unos botones y me dice "Mete tres con cincuenta" y yo preparo un billete de diez. Y Bercode me mira y repita "tres con cincuenta, nene". Y yo "pues ya está coño, pongo uno de deiz". "TRES CON CINCUENTA" Me vuelve a repetir. Y yo no entiendo nada. Entonces miro la pantalla y es que eran TRESCIENTOS CINCUENTA.
Saco el billete, corremos al andén y nos da tiempo a fumarnos un cigarro y empezar una cerveza.

Lo cierto es que yo en ese momento no estaba en mi mejor estado de ánimo a pesar de que me hacía muchísima ilusión reencontrarme con Bercode después de tanto tiempo sin vernos y además hacerlo en Moscú. Pero con el viajecito que había tenido y que no llevaba mi maleta conmigo (y, por ende, iba con lo puesto y no tenía mi neceser conmigo) pues imagínate. 
Nos subimos al tren. Una rusa casi nos mata porque Ber hacía ruiditos con la lata de cerveza vacía (PLEASE, STOP!!!) gritó la tía y nos dejó helados.

Entonces viene cuando Bercode me dice que seguramente ya habrán cerrado el Metro y tendremos que coger un taxi. "Pero ¿no dicen que coger un taxi en Moscú es peligroso?" - "Bueno, muy seguro no es. Pero ya verás como no nos pasa nada" - "Menos mal que  no llevo maleta, que sino sí que teníamos una pinta de guiris espantosa" - "Pues entonces mejor no hablamos en el taxi para que no vean que no sabemo ruso". 

Llegamos a la estación de Paveletskaya y vemos gente correr, así que suponemos que el metro aún está abierto. Y efectivamente, lo está. Vamos con tanta prisa (tenemos que hacer un transbordo) que no me da tiempo a ver bien la estación, que es todo de mármol y con mucha lámpara de araña y mucho símbolo comunista. Y militares. Militares everywhere.
Nos bajamos en Kmosmol'skaya y de ahí a Sokol'niki, donde está el hotel. 

EUROVISION!!
Salimos del metro y vamos a un súper a comprar algo de cena. Pan. Queso. Y Jamón Serrano Campofrío. Y unas patatas. Sabor caviar. Y agua.

Llegamos al hotel corriendo como locos, porque ya era más de la una y me estaba perdiendo Eurovisión. La habitación era un lujazo. Por un problema que tuvo Bercode con los del Holiday Inn le cambiaron a una suite junior en la que perfectamente podría vivir una familia de tres miembros (con sus respectivas parejas, sus dos hijos y sus mascotas). Encendí la tele, busqué el festival y pudimos ver las votaciones. 
Cuando se acabó el jamón ya fue cuando ganó Suecia, así que me di una ducha y no me cambié porque no tenía otra ropa que ponerme.
Cosas importantes sobre Eurovisión:
- Estaban como locos con las babushkis. Durante los días siguientes salían en todas partes.
- Sus comentaristas se indignaban cada vez que un país occidental votaba a sus vecinos igual que hacemos nostros cada vez que ellos se votan entre sí.
- Hicieron karaoke del Party for Everybody.

La postgala rusa de Eurovisión es igual de cutre que la nuestra.

El plan esa noche era salir a una discoteca gayer en la que, además, había fiesta eurovisiva. 
Pero Bercode me miró con cara de pena y me dijo que estaba muy cansado. Y lo cierto era que yo también. Y encima no tenía más ropa que la que llevaba puesta. 
Y al día siguiente íbamos a tener que volver al aeropuerto (unas dos horitas de viaje, ni más ni menos) a por la maleta. 
Así que nos fuimos a dormir, para descansar y, sobretodo, para quitarme el mal rollo de encima y poder disfrutar de todo como se merecía.

martes, 22 de mayo de 2012

Estar muy Maritruski Josachov

Tengo un dominio del ruso que ríete tú de Dima Bilan (o paloma).

Que sí, que estoy muy nervioso porque el sábado que viene me meto en un avión casi todo el puto día para irme ¡a Moscú! Porque yo lo valgo.

Que resulta que @Bercode está allí por motivos de trabajo y me dijo el otro día "oye zorri, te pago un avión y te vienes". Y p'allá que voy.

Pero claro, yo soy yo y todo tiene que ser un #DRAMA sin quererlo yo, así que imagínate la risa con el que si hazte el pasaporte, que si ahora sácate el visado, que si espérate que creo que esta fecha la he puesto mal, que si ahora tengo que esperar 20 días a que lo tengan preparado y rezar para que no se hayan equivocado y me dejen entrar al país, que si ya verás tú qué risa cuando vaya a Moscú (la cuarta ciudad más cara del mundo) con cuatro duros mal contaos...

Total, que como no voy a poder ir a las tierras de Egipto Putin a vivir una aventura por todo lo alto, me contentaré con beberme todo el vodka que encuentre, fumarme todo lo que pueda (a 1 euro el paquete de tabaco pues tú me dirás... estoy condiciones no de pedir... ¡estoy en condiciones de exigirlo!) y sobrevivir los cuatro días.
Lo más guay es que cumpliré los 29 años en plena Plaza Roja. Aunque me perderé Eurovisión, porque el avión llega justito justito para que me dé tiempo a salir del aeropuerto y llegar al hotel. Y luego ducharme, emborracharme (no necesariamente en ese orden, en realidad puede que lo haga a la vez aunque corra el riesgo de hacer un Carminuski) y salir por ahí.
Que me ha dicho @bercode que hay un sitio muy guay en el que sólo ponen canciones de Madonna y Britney durante toda la noche.
Eso sí, nada de mariconismos que en Moscú te despistas y te viene un ultra-ortodoxo a pegarte con un cd de las T.A.T.U.

Pero bueno, que yo confío en la bondad de los rusos porque Miss Melilla dijo que Rusia tenía una gente maravillosa. Y las Misses son muy sabias. Y muy resabidas también. Y guapas. Y reinas. Y bonitas, bonitas, bonitas.

En cualquier momento caso tampoco me voy a emocionar porque lo mismo voy mañana a la oficina que me tramita el visado y me dicen que esté tranquilo que no me pierdo Eurovisión porque me quedo en casa. Pero vamos, que no creo porque cobran por adelantado. ¡Qué listos son los rusos!

Tengo toda una lista de peticiones de gente que quiere que haga cosas en Moscú y las grabe. Que cuando aterrice me grabe cantando el Trolorolo por el aeropuerto moscovita, que me grabe bailando el Rasputin delante del Kremlin, que les traiga un Vladimir que cumpla todas sus fantasías...

Lo único que @Bercode y yo tenemos más o menos decidido (además de emborracharnos, evidentemente) es protagonizar un videoblog espectacular que va a arrasar en internet y nos llevará a hacer una gira por Soria Siberia.

Si hasta le hemos hecho un cartel. Porque somos los únicos gilipollas que se van de viaje y le hacen un póster.

Ya veréis, ya.


lunes, 7 de mayo de 2012

Vamos que nos vamos

Poca cosa que contaros últimamente, pero se hará lo que se pueda.

Como muchos ya sabéis el otro día volví a publicar sesiones. Como lo de HDB estaba siendo un poco lío (porque lo mismo te mezclaba una de house como una de rock, como una en plan chill-out como una de pop) pues he decidido aprovechar lo de Estoy Bailando ya hora las sesiones se llaman así. Y dentro de Esoty Bailando pues habrá tres tipos de sesiones: "White Gold" que serán en plan poppero, dance, electro, rock y todo eso; "HDB" que serán las de remixes y musicote guay de las de toda la vida; y las "Pause" que serán las Chill-Out.

Si os pasáis por Estoy Bailando y vais al apartado Sesiones Estoy Bailando encontraréis los links para escucharlas y descargarlas si os gustan.

Y siguiendo con Estoy Bailando, ahora colaborarán en la web Chico Tóxico y Tony Tornado. Aún estamos arreglando algunos temas legales y de representación, pero me alegra poder anunciarlo oficialmente. Me ha costado una millonada y no he podido conseguir la exclusividad, pero sus colaboraciones valen su peso en oro.

Otra cosa que sigue es la dieta. Últimamente me he estancado un poco. Y no será porque no me pego unos maratones al Dance Central (que van a poner el Spice Up Your Life! de las Spice Girls! ¡MARICÓN!) o al Fitness ese de Ubisoft que me deja destrozaíto. Ni porque no coja la bici muy de vez en cuando, que ya me sé todos los caminos posibles para un lado y para el otro.
Creo que es porque tengo menos hambre en general y como menos. Y al no obligarme a comer todo lo que debería comer según la dieta el cuerpo almacena comida y claro, no pierdo peso. Al menos tampoco lo gano. Así que a volver a lo que hacía antes: a comer lo que me toca y a hacer todo el ejercicio que pueda. 
Eso sí, notarse se nota. Ahora esos pantalones que antes a duras penas me entraban se me caen. Y ha sido un show descubrirlo mientras iba por la Avenida Roma yo todo feliz. Ese momento en que descubres que vas enseñando el culo y no puedes hacer nada por evitarlo...

Y otra cosa que pasa es que este mes cumplo los 29. Perdón, 25. 
Y me Bercode, que es el mejor amigo del mundo y no me ha dicho que lo grite a los cuatro vientos (qué va), me ha regalado un billete de ida y vuelta para ir a visitarle a Moscú. Y es muy guay. Porque me voy el finde de Eurovisión. Espero que no gane Rusia.
Total que me voy del 26 al 30. Y vaya show. Lo de sacarse el visado para entrar en el país es de traca: que si carta de invitación, que si seguro médico... y si no lo tienes pues no te preocupes, que pagando san Pedro canta. Menos mal que me ha salido por poquico, aunque voy con miedo porque Moscú es una de las ciudades más caras del mundo y no está mi economía demasiado boyante como para permitirme estas extravangazas. Básicamente es que mi economía es completamente inexistente. 
Así que, como regalo de cumpleaños de mi madre, pues me costeará los gastos del viaje.

Qué remedio, la pobre.

Total que me dan el visado el día 23 y yo tengo el vuelo el día 26 y estoy en estado de pánico porque me veo que iré a buscarlo y estará mal y empezará una de esas odiseas tan mías de hacerlo todo a última hora. Pero a Rusia entro aunque sea metido en una palé de espárragos Carretilla.

Y creo que como puesta al día pues ya está bien ¿no? Que tampoco te voy a contar toda mi vida ¡qué te has creído!

jueves, 19 de abril de 2012

LA DIETA

Bueno, como ya os he dicho en otras ocasiones estoy a dieta. Y es la primera vez en mi vida que consigo mantenerme tanto tiempo y que me doy cuenta de que, en el fondo, algo de fuerza de voluntad tengo.
La dieta y os dije que me la preparó el encargado de la última tienda en la que trabajé, que resulta que además de ser majísimo tiene un cuerpazo y es preparador físico. Y los preparados físicos tienen esa cosa que cada vez que te ven te dicen que ya está bien de dejarte tanto y que te pongas las pilas. Y al final lo haces, no porque te sientas obligado sino porque te das cuenta de que tienen razón, qué coño.
Así que me hizo la dieta y aproveché que me habían regalado el Kinect en navidad para ponerme las pilas. Además ahora tengo todo el tiempo del mundo, así que no hay excusas.

Voy a confesaros algo que me da mucha vergüenza confesar, a pesar de que tiene una explicación. Cuando empecé la dieta pesaba 115 kilos. Los que me conocéis a lo mejor habéis dicho "¡Hala! ¿Tanto?" que es lo mismo que dijo él cuando se lo dije. Pero claro, mido 1,90 y soy de complexión grande así que realmente no parecía que pesara eso. 

Llevo ya 6 semanas de dieta. Y funciona de puta madre. He ido pesándome cada semana en la farmacia y cada diez minutos en el baño. Es una obsesión, pero con la tontería me he alegrado el día más de una vez. 

¿Y qué hago? Pues básicamente comer lo que pone la dieta (casi nada de grasas, mucho pavo, arroz integral y ternera para comer, pescado y ensaladita para cenar). Lo del pan de centeno lo probé. Pero qué espanto. Y piña. Piña para desayunar, que es un puntazo porque junto con el pavo entra de puta madre. Ahora toca revisión de la dieta, para adaptarla un poco.

Pero por mucha dieta que hagas, si no te mueves no consigues nada. Ya me lo dijo mi doctora cuando me hizo los análisis hace unas semanas: "CMMC: comer menos y mover el culo". Así que me doy toda la caña que me puedo dar, que no es mucha pero TonyT os puede confirmar que estuve 3 días con agujetas de una sesión bastante bestia que me metí con el "Your Shape Fitness 2012".

Y es que amigas, si tenéis una Xbox en casa y queréis adelgazar, comprad el puto Kinect. Porque entre esto:



Esto:


Y esto:


Vais a acabar delgadicas delgadicas.
Y si además lo combináis con un poco de bicicleta o de footing o de cualquier otro deporte que os apetezca hacer al final ni gimnasio ni nada.

Bueno, la etapa del gimnasio ya llegará. Yo por ahora me centro en quemar grasas, en ejercicios cardiovasculares y en definir lo poco que puedo definir ahora mismo. Porque ya intenté hacer la parte del "Campamento Militar" del YourShape y por poco me muero.

Y a todo esto, súmale las pastillitas "Alli" esas. Que resulta que había un bote por casa y nadie se las tomaba. No hay que abusar de ellas, porque básicamente lo que hacen es que tu cuerpo no retenga las grasas. Y claro, si estás haciendo una dieta con poca grasa y te hinchas a pastillitas vas a acabar como Jack Skeleton o peor: en Urgencias.

¿Resultados? Pues hombre, se me nota. No es un cambio espectacular (eso ya vendrá) pero en seis semanas he pasado de los 115 kilos a los 107. Y sigo bajando.

El día que vea en la báscula un 99, aunque sea un 99.90, me dará igual y probablemente me muera ahí mismo. 

Y lo mejor de todo es que, visto lo visto, no falta mucho para que llegue ese día.

¿Y por qué os cuento todo esto? Porque además de la dieta, el ejercicio y todo eso me he dedicado a chafardear por internet blogs y experiencias de gente que ha hecho dietas en serio para tomar consejos y ver qué cosas realmente funcionan y qué cosas no. Y una de las cosas que no paro de leer es que es bueno mantener un diario sobre lo que vas haciendo. Yo no me voy a poner a apuntar todas y cada una de las cosas que como (básicamente porque acabaría hasta el coño de repetir: "Pavo", "arroz integral", "ensalada de lechuga y tomate" y "piña") pero sí que está bien ir anotando en el calendario lo que vas pesando cada semana (para que veas que, aunque te mires en el espejo y no te notes un cambio espectacular sí que vas perdiendo) y escribir por aquí de vez en cuando cómo me va la cosa.

Lo peor de todo esto es que entre Bercode y yo ya había quedado claro que él era Patsy y yo Edina Monsoon. Pero a este paso nos veo a los dos peleando por el papel de Patsy.

Sweety! Sweety!

lunes, 9 de abril de 2012

La noche me confunde

Me decía ayer ¿o era hoy? @Bercode que tendríamos que escribir un libro con todas las peripecias que nos han ido ocurriendo saliendo por el ambiente de Barcelona.
Yo le dije que eso ya lo hacía yo, que era mi blog.

Y entonces me he acordado de que hace mucho (bueno, os hablé de un domingo con Tony Tornado y Dan hace unos días) que no os cuento una noche de borrachera.

Pues este finde tan largo no ha habido una sola noche de borrachera, han habido dos. Y las dos han sido demenciales. La primera fue de sopetón. Con Bercode recién llegado de Murcia previo paso por Madrid, previo paso por Moscú, previo paso por San Petersburgo nos hicimos un Facetime de bienvenida y aunque habíamos dicho de quedar el sábado al final nos animamos a salir esa misma noche.
Gracias a Dios al vodka no recuerdo demasiado de lo que pasó esa noche. Un poco de exaltación de la amistad en su casa, un mucho de MDNA dale que te pego y pa' la Metro. La Metro, es que es un mundo paralelo. Nos reímos muchos y dimos muchas vueltas para arriba y para abajo y para el fondo y para el otro fondo. Y ligué. 
Con un chico alto, delgado, rubito y muy mono. Pero no estaba en situación de hablar con nadie y mucho menos de hacer algo más, así que me hice un poco el sueco. Tenía pinta de inglés el chico, y me estuvo persiguiendo un rato hasta que ya se hizo tarde y nos fuimos. Íbamos a ir a la sauna, pero a mitad de camino me puse a vomitar. La culpa fue de las escaleras. Yo estaba fresco como una rosa, pero tanto subir y bajar fue demasiado para mi estómago. 
Mientras Bercode me decía que me acompañaba a casa que en ese estado la iba a liar parda en la sauna acabó vomitando él también. Así que nos fuimos los dos para casa.
Me hizo gracia despertarme en mitad de la noche y verle ahí dormidico con el móvil entre las manos y el Grindr volviéndose loco.

El sábado fuimos a comer y a pasear por el Raval. Una mierda, as usual. Tanto cosmopolitismo impostado nos dio arcadas, así que nos volvimos a su casa y me recuperé como pude para volverme a la mía. Menos mal que al llegar me esperaba un Espidifen (escondido en un recóndito cajón) y volví a ser persona.

Al día siguiente, como era domingo, decidimos que teníamos que ir a Arena. Porque ya es un clásico. A eso de las cinco de la tarde ya estábamos bebiendo como si fuéramos las Grecas y el fiscal anticorrupción hubiera metido a toda nuestra familia en la cárcel así que era de esperar que, aunque aguantáramos el tipo de forma más o menos convincente, al llegar allí la cosa se desmadrara.

Pero no. Era aún más lamentable de lo que suele ser. Había más gente. Pero claro, todos de 17 para abajo. ¡Pero si se pidieron una Schweppes de Naranja! ¡¡Y COCA COLA!! El highlight de la tarde fue cuando le recordé a Bercode cuando yo tenía su edad y pedía Malibú con piña y era súper heavy todo. Y de repente apareció un niño/a/e/i/o/u (porque no conseguí entender ese pelo) y se pidió uno y me puse a dar saltos. 
Tampoco recuerdo demasiado y no sabéis lo que me alegro. Eso sí, ni un mensaje nos llegó. Debíamos parecer demasiado mayores. 
Como cerraban a las 22:30 para abrir luego (porque el lunes en Barcelona es festivo) nos fuimos a cenar y acabamos en un Burguer King. Yo hice un Adele y me dije a mí mismo "a la mierda la dieta" y de ahí nos fuimos otra vez a su casa a seguir dándole al drinking y nos cambiamos para volver a la Metro. 
Lo malo fue que yo a esas alturas ya no estaba borracho ni nada y no volví a estarlo en toda la noche. Con el puntillo sí. Pero muy poquico. 

La Metro, cómo no, igual de deprimente que el día anterior con una diferencia: NO HABÍA NADIE. Los highlights: las francesitas que acompañaban al amigo gay y no sabían jugar al billar y les acabaron haciendo presión psicológica para que dejaran libre la mesa y se fueran a bailar, la francesa que quería ir a mear y casi se mete en el cuarto oscuro, el apoderado del Juli (un hombre con traje y setecientos años a sus espaldas) que parecía no saber dónde caerse muerto, el Industrial de pueblo (a.k.a. Toñine, el del Ventisca Festival) cuya vida nos inventamos y nos imaginamos que aprovechaba un viaje de negocios para dar rienda suelta a sus instintos mientras su mujer beata y su hija y sus nietas (del baptisterio) lo esperaban en el pueblo.
Hubo más cosas, como el tío feo enanico que vino y nos hizo gestos raros que acabaron significando, más o menos: "Bercode estás muy bueno. Tú Hidroboy no tanto. Pero es broma ¿eh?". Al que eché amablemente con un: "Yo que tú no llamaría feo a alguien que es dos veces más grande que tú".
Fumamos mucho y comprobamos que la gente ES GILIPOLLAS. Porque salen a fumar, se meten en la zona de fumadores, se terminan el cigarro... y se van en un taxi. Suponemos que aprovechaban el salir a fumar para decidir si se quedaban o no pero ¿qué sentido tiene? ¡Piénsatelo antes!

Y luego, por si fuera poco, volvió a aparecer el rubio de la noche del viernes. Que evidentemente me volvió a perseguir por toda la discoteca. Lo peor fue que cuando yo ya estaba decidido a establecer contacto visual del tipo "Ven, ven, desátame" desapareció, y al rato me lo veo comiéndose la boca con un tío muy feo. Eso fue una afrenta a lo delicado de mi naturaleza y le cerré el grifo de mi amor. Al fin al verle rondarme de esa forma tan descarada, incluso con cara de pena, hablando con sus amigos sobre qué podía hacer y adoptando posturitas en las paredes junto a las que presumía que iba a pasar me dio penica. Pero me fui con la cabeza bien alta y la dignidad por los suelos. Luego me supo mal. Me sentí hasta culpable. Pero me quedé dormido y ya me dio todo igual.

Como muchos de vosotros no me seguís en twitter, os voy a poner los twitts que puse anoche para que veáis lo que os estáis perdiendo:

- Pues nada. Aquí estamos. 18:00 de la tarde. Ya llevo un cubata. Escuchando Chico y Chica. Y la de laaalalara larala...

- Ahora vamos a cenar, que así vomitamos con consistencia.

- Nos han reconocido en Arena por uno de mis videoblogs. El de las tomas falsas de las Casas Encantadas. Le he comido la boca. Por amor.

- Lo que no haga yo por un fan...

- Mucho "qué maricas", "qué lamentable" y todo lo que tú quieras, pero en esta casa llevamos 3 horas con Madonna non-stop-tour-de-force.

- Si me dieran un euro por cada vez que he oído "Bebe, Jordi" en las últimas seis horas... Y si me dieran uno cada vez que lo he hecho...

- Responder a los oprobios con un "Soy mujer, respétame" #vivoenlibertaT

- "Es Maripuri y los rayos del cadmio" #sonmisamigos

- Calla, que no era Maripuri, que era Marie Curie.

- Estoy a esto: "--" de ponerme a jugar al Apalabrados en el fumadero de la Metro #cuestaabajoysinfrenos

- Empiezo a pensar que se ha abierto una brecha entre universos y esto no está pasando #FRINGE

- "Yo no llamaría fea a alguien que es dos veces más grande que tú, por muy guapo que sea mi amigo" Que lo es.

- "Vista la foto, se acabó la rabia" #soyyolaquesigueaquí

- Esto es tan lamentable que aquí solo falta Jake Shears. Tirado en el suelo. Muerto" #soyyolaquesigueaquí

- Hemos llegado a la Hora Feliz: ahora todos a echar los restos. Es como terminar la peli y ver las escenas eliminadas de un Blu-ray.

- Amigo, no dirán que no lo has intentado. Pero aunque eres mono acabas de liarte con un gremlin en mitad de la pista y yo por ahí no paso.

- Todo son miradas, encuentros casuales y roneos de stalker hasta que te clavan el culo de un vaso roto en la sien.