domingo, 3 de junio de 2012

Moscú!! (Tercera parte)

THE BLAIR WITCH PROJECT

Como os decía, había leído por internet que la colina de Vorobyovy Gory era un sitio guay para pasear y ver una buena vista de Moscú. Además estaban cerca de la Universidad de Moscú, que era un sitio que quería ver de cerca.
Así que me fui otra vez al metro (por suerte seguía siendo la misma línea y no tenía que hacer transbordos) y me bajé en la parada del mismo nombre.
Lo primero que me sorprendió es que la estación estaba en un puente sobre el río, que es muy guay. Justo sobre la estación pasa una carretera, así que al bajarte (por suerte para mí salí por el lado que tocaba) te encuentras en un decorado de peli de terror de los 80: bosque, la parte de abajo de una autopista y gente muy rara.

Empecé a andar sin saber a dónde coño iba, pero como todo el mundo iba hacia la izquierda, pues hacia la izquierda fui. Allí encontré un cartel con un mapa que decía que la Universidad y el mirador estaban hacia la derecha. Muy bien ahí los rusos.

Total que me voy hacia la derecha y me meto por un camino forestal con carteles que explicaban cosas sobre la vegetación y la fauna... en ruso, claro. De vez en cuando me cruzaba con alguien, pero aquello cada vez estaba más solitario y yo empezaba a tener bastante miedo. En Vorobyovy Gory nadie puede oír tus gritos. Encima me empezó a sonar la banda sonora de "El Incidente" en el iPod.
Llegué a una especie de estanque con patos y casetas alrededor. Había gente fumando, charlando y un montón de militares emborrachándose y vomitando. Qué bonita estampa.

El estanque donde lanzan los cuerpos descuartizados de los turistas mariquitas que se pierden en Moscú.

Seguí andando hasta llegar a un cruce de caminos en el que no había ni un puto cartel, pero vi unas escaleras (que ni las del exorcista) y las subí. Para cuando llegué arriba no había ni rastro de oxígeno en mis pulmones.
Seguí caminando por una especie de avenida que hizo desaparecer mis miedos a morir asesinado y de pronto fueron apareciendo militares por todas partes.
Al final, después de un buen rato, me encontré con una pista de saltos de esquí y un poquito más alante el puñetero mirador.

La vista, ciertamente, es espectacular. Y te das cuenta de lo espectacularmente que es Moscú. El mirador está justo delante del Estadio Olímpico y aún en la distancia puedes comprobar que, comparado con el de Barcelona (por ejemplo) es un mastodonte. Y mira que yo soy muy de miradores ¡qué me gusta a mí una vista panorámica! Pues bien, éste es el único mirador al que he ido y he sido incapaz de ver el final de la ciudad que estaba observando.

¡TOMA MOSCÚ!

 Cuando ya me cansé de asombrarme por lo enorme que es la ciudad me di la vuelta y me encontré cara a cara con la Universidad. Que, aunque parecía estar más cerca por lo tremendamente grande que es, resulta que estaba en el quinto coño.

LA UNIVERSIDAD DEL INFIERNO

Después de estar como 10 minutos cruzando un jardín enorme, llegué a la Universidad. O casi. Me paré en la acera de enfrente (decir eso es no ser del todo exacto, porque entre aceras hay como 200 metros) y dudé si acercarme más o no, porque no estaba seguro de que un turista pudiera plantarse allí. Entendedme, los militares habían desaparecido pero la gente te mira muy raro.

Yo y mi cara de "PUTO CÉSPED QUE NO SE ACABA NUNCA"

Pero me dije "Qué coño, ya que estoy aquí..." y me planté en la puerta de la Universidad.
Estuve un rato observando el edificio, que es realmente imponente, y tratando de contar los pisos que tenía, mirando a las ventanitas a ver si salía alguien, tratando de averiguar si eso de ahí es una estatua o un tío que me mira raro (en mi mente era un francotirador del ejército que me tenía localizado).

Universidad Politécnica de Silent Hill
 Al final la cosa estaba entre meterme en la Universidad o volverme al hotel. Y entre que no sabía lo que iba a tardar en volver y que no sabía si era seguro meterme allí o no, me di la vuelta y me volví. Pero esta vez fui por otro lado. Bajé hasta los campos de deportes de la Universidad, vi a un par de rusos universitarios deportistas y enfilé calle abajo.
Llegó un punto en el que no tenía ni puta idea de dónde estaba (bueno sí, lo sabía, lo que no sabía era cómo volver a la estación) pero yo seguí andando.
Y andé lo que no está escrito. El highlight del paseo fue EL SEMÁFORO. 90 segundos (tienen contadores) esperando a que se pusiera en verde (porque no paraban de pasar coches por todos lados) y luego 10 míseros segundos para cruzar. Que en realidad son 8, porque cuando marca 7 los coches ya están arrancando.

Caminé y caminé y volví a encontrar militares. Me metí por donde no era y uno de ellos me miró un poco raro. Yo me asusté. No era demasiado grande y no imponía nada, pero su fusil sí. Me hizo un gesto con la mano y me acerqué servicialmente. Me pidió un cigarro. Se lo dí. Le pregunté dónde estaba el metro y, guardándose el cigarro en un bolsillo (ahí pensé que lo hacía para no mancharlo con mi sangre cuando me acribillara) me dijo: "I don't know!!" y puso esa cara de risa tonta que ponen todos los rusos cuando se dan cuenta de que no hablas ruso.
Así que me di la vuelta, me aventuré por un paseo y encontré de nuevo las escaleras del infierno y de ahí otra vez al metro.

CUMPLEAÑOS FELIZ

Llegué al hotel una hora después y me di cuenta de que era bastante pronto. Pero como no sabía a qué hora llegaría Bercode decidí quedarme y beber vodka para celebrar mi cumpleaños.
Cuando estaba yo ya en ese punto en que le cantas a una botella de Stoly el "Come and get it" de Rachel Stevens y la luz del exterior se iba apagando (multiplicando las posibilidades de que alguien te vea hacer el gilipollas desde un edificio de enfrente), llegó Bercode.
Nos fuimos a un súper a comprar más vodka y algo de picar. Yo, que ya llevaba como 4 o 5 cubatas, iba fino, fino y claro, cuando voy fino, fino mi pluma sale a pasear.
La lié tan parda en el supermercado que dos rusos bastante monos que no paraban de mirarnos acabaron diciéndome que tenía que comprar una tableta de turrón "Take this, darling" y yo me los miré un poco raro... y para cuando decidí invitarles a la habitación ya habían desaparecido.

Así que volvimos al hotel, bebimos un buen rato, hablamos, vimos vídeos absurdos en Youtube, realitys cutres en la MTV rusa y nos fuimos a dormir.

3 comentarios:

  1. Nos interesaría saber cuándo viene el momento de la marcha moscovita... O no saliste ningún día?

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  2. Jajaja, qué crónica más interesante!

    Los momentazos de provinciana aterrorizada sin duda lo mejor. El estanque gay-dead-friendly, la BSO de la peli con las plantas asesinas y la estatua francotiradora, jaja, qué bueno.

    Pero nos has dejado en ascuas sobre lo que te ocurrió escuchando La casa Rusia, no es justo. Igual que el video ése en el que sales cantando y no nos quieres enseñar a tus ávidos lectores... ¡NO A LA CENSURA MOSCOVITA! Venga, si nos lo cuentas, fingiremos no haber leido "andé".

    Raúl

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  3. Y de la catedral de San Basilio y de la momia de Lenin? Creo que estuvo demasiado ocupado con la tribu eslava... Eché en falta un especial pre-esc...

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